Empezaré este artículo parafraseando al protagonista de una de mis películas favoritas, muy vinculado con nuestra querida región; “Dentro de tres semanas yo estaré recogiendo mis cosechas. Imaginad dónde querréis estar y se hará realidad. Si os veis caminando solos por verdes prados, y el rostro bañado por el sol, que no os cause temor! ¡Estaréis en el Eliseo!…” Ese paraíso, ese descanso del guerrero que evoca la memoria del general romano Máximo Décimo Meridio, y que a día de hoy, no es otro que la propia Extremadura.

Estos últimos años el sector turístico extremeño ha vivido una auténtica revolución, consecuencia directa de una nueva y eficiente gobernanza.

Hace poco escribía un articulo que titulé “Extremadura está de moda”, donde manifiesto una realidad. Ha pasado ya el tiempo donde los extremeños musitábamos, y con cierto complejo, nuestra procedencia. Hoy, sin embargo, podemos alzar nuestra voz henchidos de orgullo por pertenecer a esta buena tierra más allá del Duero.

Me gustaría detallar los puntos en que recae nuestra fortaleza como destino turístico de primer nivel:

1. Hoy somos referentes en mercados especializados, bien en circuitos de naturaleza o histórico-patrimoniales con repercusión internacional: El parque Nacional de Monfragüe (cuna del Birding) o las ciudades de Mérida y Cáceres con sus cascos históricos patrimonio de la humanidad.

2. Sonamos como un destino fresco y atractivo, frente a otros que llevan más de tres o cuatro décadas en el sector, con la perspectiva de descubrir un nuevo horizonte para el visitante, no en vano es esta tierra de conquistadores.

3. Poseemos una oferta rica y variada, sustentada sobre los pilares de la gastronomía, la naturaleza, haciendo especial hincapié en el recurso hídrico y su vinculación con el turismo de salud y bienestar, y por supuesto nuestro patrimonio cultural y folklórico.

Nuestra gastronomía se nutre de materia prima de altísima calidad, siendo esta la región española con mayor número de Denominaciones de Origen o Indicaciones Geográficas Protegidas: El Jamón Dehesa de Extremadura, el Aceite de Gata/Hurdes, la Torta del Casar, el Pimentón de la Vera, o bien la Ternera de Extremadura, que representa mejor que nadie la manera de producción tradicional en extensivo, velando por la conservación de un ecosistema único en el mundo, la dehesa. En ella se están desarrollando productos turísticos como la Ruta del Queso, vinculando un producto de primera calidad con un destino concreto.

Nuestra exuberante naturaleza con una red de espacios protegidos que representa casi un tercio de su superficie total. Contamos con Parques Nacionales como el de Monfragüe, parques Naturales situados entre dos países como el Tajo o Tejo Internacional, Geoparques como el de las Villuercas/ Ibores /Jara, o monumentos naturales como el de los Barruecos o el de la mina de la Jayona, etcétera. Todos grandes ejemplos de su vasta riqueza natural, y de cómo los extremeños han velado por la conservación de sus tesoros naturales. Debemos considerar muy especialmente este sector como futuro para el desarrollo de las zonas rurales, que se enfrentan al drama de la despoblación y el desempleo, generando así riqueza y un esperanzador porvenir ligado a las raíces de nuestros jóvenes y no tan jóvenes. Esa riqueza natural convierte a nuestra tierra en un magnífico destino cinegético, haciendo que miles de personas se acerquen cada temporada para practicar deportes como la caza mayor, menor y la pesca, suponiendo un aporte de más de 400 millones de euros.

El patrimonio histórico de esta tierra de grandes conquistadores, cuna de Hernán Cortes, Pizarro, Valdivia, Hernando de Soto, Orellana o Núñez de Balboa por citar algunos ejemplos. Crisol de las diferentes culturas que pasaron por la Península Ibérica: Vetones, Lusitanos, Celtas, Romanos, Visigodos o Sarracenos que dejaron su impronta no sólo en su arquitectura y monumentos, sino en el carácter de nuestras gentes.

Extremadura es uno de los tesoros históricos mejor conservados de nuestro país. Cáceres, Mérida, Guadalupe o Trujillo deleitarán al viajero con sus conjuntos monumentales y le hará viajar a tiempos pretéritos. En nuestras numerosas fiestas de interés turístico, el visitante puede descubrir las particularidades del acervo cultural y el folklore extremeño, La Semana Santa de Cáceres, la fiesta del cerezo en flor en el valle del Jerte, el Otoño Mágico en el valle de Ambroz, El Jarramplás de Piornal, o el Peropalo de la Vera, etcétera, son algunos ejemplos de ello.

Otra baza muy importante para nuestra comunidad es el Turismo MICE o de Congresos, las bondades de nuestra comunidad y su privilegiada ubicación geográfica en el centro del triángulo Lisboa-Madrid-Sevilla, la convierten si cabe en un destino todavía más atractivo para potenciales visitantes con un enfoque empresarial. Existe un volumen muy importante de empresas a las cuales debemos animar e instar a realizar sus congresos para poder beneficiarse de las condiciones únicas que reunimos. Aquí, por fortuna, no existe el fenómeno de la Turismobia, recibimos con los brazos abiertos y una amplia sonrisa al visitante o forastero, vocablo muy nuestro, honrando la hospitalidad, generosidad y sencillez del carácter de nuestra tierra y nuestra gente.

Nuestra presencia en el mercado nacional e internacional se afianza gracias a nuestros vecinos de las regiones lusas del Alentejo y Centro de Portugal, conocida como la zona EUROACE. Juntos somos más fuertes, más competitivos y sobre todo más singulares, porque la vecindad con el país luso es un hecho único.

Debemos ir un paso más allá. Es el momento de apostar, el empresariado regional debe aunar esfuerzos junto al empresariado luso para hacer de esta Euroregión un destino potente. Ejemplo de esta colaboración transfronteriza es el Barco del Tajo, una actividad que ha sabido identificar las necesidades de un territorio deprimido y que hoy es un referente de cooperación involucrando a empresarios de ambos lados de la raya. Nos encontramos ante un momento clave para el futuro turístico de la región, un instante en el que debemos dedicar un momento a la reflexión, y planificar adecuadamente y con inteligencia qué turismo queremos para la próxima década. Es momento de instaurar bases sólidas para brindar un turismo de calidad. Un turismo que repercuta en la felicidad del invitado y el huésped, del viajero y ¡cómo no! del residente.

El sector turístico representa casi el 6% del PIB extremeño, y es una destacada opción para combatir el desempleo y la despoblación que ya ha sido mencionaba anteriormente. Por tanto, insto a las administraciones para que este sector figure en su agenda prioritaria.

Para finalizar, permítanme recurrir a la fábula de la gallina de los huevos de oro; no basta con recoger el preciado metal, debemos aunar dedicación y cariño para cuidar a su creadora como se merece. Estoy convencido de que seguimos el rumbo adecuado, liguemos objetivos realistas a corto-medio plazo a una alta exigencia y obtendremos un producto de calidad y valor para el turista.