La plaza Mayor de Trujillo es estos días un crisol donde se dan cita miles de historias, algunas de ellas con un marcado sabor internacional. Así, ayer Sarah Barret, Dwinetta Rozier y Mattew White se acercaron a la 'muy noble y leal' para disfrutar del queso y la amistad. Los tres son estadounidenses, pero de estados distintos: Luisiana, Florida y Mississippi. Y los tres coinciden en que --además del queso de calidad-- lo que les atrae es el buen ambiente que se respira en la plaza. Reconocen que en sus localidades de origen no existen certámenes de este tipo, o si hay algo parecido, no tiene el encanto de Trujillo. En general, el precio de los quesos les parece razonable en función de su calidad. Se dedican a la enseñanza del español. Pero no fueron los únicos viajeros internacionales con los que ayer nos topamos. Erik Uldall y Andreas Overbeck, de Dinamarca y Alemania, son asiduos visitantes de la Feria del Queso de Trujillo. Viven en Madrid y acuden atraídos también por ese binomio único que forman el queso y el ambiente que se vive en la plaza. Aseguran que el queso les parece caro y que no son partidarios de la política del ticket, ya que consideran que la porción por lo general es muy escasa. Por su experiencia profesional conocen ferias alimentarias y aseguran que en ellas no se paga por probar el producto.

Ayer el alcalde de Trujillo Alberto Casero no podía ocultar su satisfacción por el desarrollo de la Feria del Queso que hoy concluye: "El primer día fue una jornada histórica, con casi 80.000 tickets vendidos. El jueves y viernes ha habido un gran ambiente y el fin de semana se prevé mucho éxito para la feria. Hay que mejorar para siguientes ediciones y queremos que el público pueda valorar cuáles son los quesos ganadores, así como seguir haciendo la feria más internacional".