DIRECTIVO DE GUADALUPEX

Se dan situaciones que ofrecen titulares. Así hoy. Cuando uno huronea en la bibliografía a su alcance, sorprendentemente te encuentras. (Si historia, historia)... (Si leyenda, leyenda) que cuando se inicia y encauza todo el movimiento guadalupano extremeño prima lo cacereño y ni se cita lo toledano.

¿Es historia? ¿Es leyenda? Tanto da. Los Ecijas, Malagones y otros convergen en lo mismo. El título me parece apropiado. Treinta y uno son los pueblos que constituyen esta franja extremeña, de una y otra provincia, Guadalupe, Puebla y Santa Casa en el centro de atracción. Si me leen verán: Que el vaquero protagonista es cacereño y no toledano. Para hacerse cargo de lo sacral hallado junto al río se manda al susodicho vaquero a llamar a los clérigos de Cáceres y no a los de Toledo. La casa de Gil Cordero, como se nombra al vaquero, se hallaba, hoy como Ermita del Vaquero, en la cacereñísima calle de los Caleros y no en ninguna típica toledana.

El primer milagro atribuido a Santa María de Guadalupe, a favor del hijo muerto del vaquero, tuvo lugar en la villa de Cáceres y no en la imperial Toledo. Los primeros cuidadores de la pequeña y pobre ermita, encargados de atender a devotos y acoger las primeras peregrinaciones, fueron los familiares de Gil Cordero que abandonaron Cáceres y no Toledo y se trasladaron al lugar del hallazgo del Icono Mariano.

Más aún. Asistió con tan gran entrega a la sagrada imagen que le honraron con el sobrenombre de Don Gil de Santa María de Guadalupe, como consta en el epitafio colocado en la pared del templo guadalupense. Hasta ahora desconocemos que con tal título se haya honrado a ningún toledano.

Al llegar aquí, aunque haya más, cabe preguntarse ¿qué ocurrió a partir de Gil Cordero? ¿qué personaje entra en juego para que la flecha del impresionante y desbordante fenómeno de religiosidad popular brotado en Guadalupe empezase a apuntar para Toledo y se fuese diluyendo lo cacereño? Seguro que los historiadores de carrera y oficio tendrán más de una explicación. De momento y de hecho, con leyenda o historia, una porción de tierra extremeña, en la que aún se encuentra la sede de la Patrona de Extremadura, se ha convertido también en una franja. Todas son, como mínimo, china en el zapato de otros. Además desprenden cierto tufillo. Algunas están en candelero: Gaza, Aragonesa de Lérida... La extremeña de Toledo habrá que situarla en posición de salida. Sigo recordando el título --lo publicó este diario-- y que me diera el extinto Cardenal Bueno Monreal: Guadalupe es cuestión de generosidad.