la franquicia es un acuerdo de colaboración entre empresas independientes por el que el franquiciador cede al franquiciado, a cambio de una contraprestación económica, el derecho a utilizar su marca y saber hacer para productos o servicios, prestándole para ello una asistencia técnica y comercial.

A pesar de que la mayor parte de cadenas de franquicia pueden encajar en esta definición, no existen unas directrices que determinen los detalles del acuerdo que se establece entre franquiciador y franquiciado. Cuestiones como la profundidad o el procedimiento de transmisión del saber hacer, conocido como know-how, las limitaciones de utilización de la marca, la cuantía, periodicidad o conceptos por los que el franquiciado abona al franquiciador los conocidos royalties, asistencia comercial posterior, entre otros, serán determinados por la central franquiciadora al inicio de su actividad.

La historia del franquiciador es la historia de un éxito. El comienzo de toda franquicia debe encontrarse en un modelo de negocio de rentabilidad contrastada, cuyos factores de éxito sean susceptibles de ser ‘procedimentados’, estructurados y transmitidos de forma tal que el negocio pueda ser replicado fielmente por un tercero obteniendo resultados similares.

El franquiciador tendrá por tanto que aportar al franquiciado los conocimientos y servicios necesarios para llevar su establecimiento a las cotas logradas por el concepto original.

Este aporte de la central variará dependiendo del tipo de negocio o de la filosofía de la franquiciadora, encontrándose entre los servicios más habituales el asesoramiento en la búsqueda de la zona y elección del local; proyecto de obra civil y ejecución; pull de proveedores; convenios de financiación; formación inicial y post-apertura; plan de apertura; asesoramiento comercial, en la organización e informático; servicios de mercadotécnicos o publicitarios y actualización del know-how.

La franquicia ofrece al empresario la posibilidad de iniciar un negocio con mayores probabilidades de éxito que si lo hiciese de forma independiente. La experiencia adquirida por la central, su acierto en el proceso formativo y la actividad constante en la evolución del concepto, deben ser los tres pilares básicos en los que se edifiquen la actividad franquiciada.

La labor del franquiciado debe centrarse en la correcta explotación de su establecimiento, siguiendo fielmente las directrices de la central orientadas a mejorar el concepto de negocio o a aumentar su rendimiento deben ser propuestas por la central franquiciadora y cuidadosamente estudiadas por la misma.

Mantener tanto la homogeneidad de la cadena a nivel interno como la coherencia en su comunicación es una máxima en toda cadena de franquicia, y el franquiciado ha de ser consecuente con ello.

ORÍGENES. Los orígenes de la franquicia en España se remontan a inicios de los años 60 cuando empresas de origen francés introdujeron sus cadenas de establecimientos de lanas para labores, ropa de hogar y moda, respectivamente.