Su día a día no es fácil en circunstancias normales. Y en la situación excepcional vivida durante el estado de alarma los hombres y mujeres de las instituciones penitenciarias extremeñas dieron ejemplo de profesionalidad extrema. Su labor fue tan excepcional que el virus no penetró en sus centros de trabajo ni se infectaron presos. Por ello ayer recibieron la Medalla de Extremadura. El desarrollo de sus funciones con los reclusos y las reclusas entraña un alto grado de dificultad no exento de peligrosidad, que ha sido acreedor del más alto reconocimiento de la región.

El galardón tiene además un plus, pues partió de una iniciativa de los directores de los centros penitenciarios de Badajoz y Cáceres, así como del secretario general de Instituciones Penitenciarias, a la que se añadieron las organizaciones sindicales CSIF, Acaip-UGT, CCOO y APFP. En junio estos sindicatos registraban en la Delegación del Gobierno un texto dirigido al presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara en el que pedían este galardón para los trabajadores, puesto que servía para refrendar la personalidad de un colectivo profesional que había impedido gracias al cumplimiento estricto de los protocolos la entrada del covid-19 en los centros penitenciarios y su transmisión a los reclusos.

En esos primeros momentos se adoptaron medidas restrictivas como la suspensión de las comunicaciones ordinarias y especiales, permisos, la entrada y salida de paquetes y cartas, así como la supresión de actividades deportivas.

Un honor

Dionisio Iglesias, responsable autonómico de Acaip-UGT, explica que el reconocimiento es recibido como un gran honor, aunque «no supone mejora laboral, ni incremento económico, pero si un reconocimiento social a la labor desempeñada en los momentos más críticos de la pandemia. Se pusieron en marcha medidas para salvaguardar la integridad de los internos y de los empleados. Se suspendieron las comunicaciones con los familiares, los vis a vis, por ejemplo. Pero eso suponía un recorte de los derechos de los reclusos. Empleamos un sistema de vídeollamadas que fue implantado en Cáceres por vez primera en nuestro país. También se organizaron contactos regulados por teléfono móvil».

No todo fue perfecto, como es natural. En julio dos agentes de la Policía Nacional que se encontraban realizando labores de vigilancia y control a los accesos del centro daban positivo en la prueba de PCR, situación que obligaría al aislamiento de 15 agentes más. Afortunadamente, no hubo contagios en el centro. Prisiones aseguró que la cárcel de Badajoz no registra ningún caso de covid-19 tras dos positivos en policías y 15 aislados.

Desde la institución dependiente del Ministerio del Interior se explicó que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que trabajan en las prisiones lo hacen en labores de vigilancia exterior de los recintos penitenciarios y en los controles de acceso, y no en el interior de las cárceles.

Dionisio Iglesias recuerda que se han realizado test serológicos a todos los trabajadores, aunque cree que llegaron tarde. Por otro lado, los reclusos que actualmente salen de permiso guardan a la vuelta una cuarentena de entre siete y diez días para que no contagien a los demás. Tienen que utilizar la mascarilla y permanecer solos. Si no presentan ninguna sintomatología pasan a integrarse con los demás.

Los funcionarios de prisiones también han recibido grandes muestras de solidaridad y recepcionado material de protección individual elaborado de forma altruista por asociaciones solidarias.

«Los internos tienen las mismas inquietudes que el resto de la población con respecto a la pandemia. Les preocupa que les pueda afectar a ellos y a sus familiares y les inquietan las noticias de los rebrotes, especialmente si atañen sus localidades de origen o donde viven», concluye Dionisio.

Por su parte, Alberto Ramajo, coordinador del Sector de la Administración del Estado en CCOO Extremadura, recuerda que las medidas de prevención de adoptaron con anterioridad al 13 de marzo y que gracias a eso no ha habido ningún positivo ni en Cáceres ni en Badajoz. También insiste en las necesidades de personal que tienen los centros penitenciarios extremeños. «Se trata de una plantilla muy envejecida, tanto en instituciones penitenciarias como en Seguridad Social, con el 70 por ciento de los trabajadores ente 55 y 65 años, y muchos ya están jubilados sin que se hayan cubierto sus puestos», añade.

Los funcionarios han mostrado una excelente disposición en ayudar a los internos en sus inquietudes, rebajando las tensiones que se producen cada día gracias a un trabajo profesional que evita conflictos internos y desórdenes que pudieran llegar a mayores.

Por su parte, desde la Asociación Profesional de Trabajadores Penitenciarios Tu Abandono Me Puede Matar (TAMPM) , que también se unió a la petición de las direcciones de los Centros Penitenciarios de Extremadura, agradece la concesión de la Medalla de Extremadura y afirma en nota de prensa que «para nosotros es un gran honor el reconocimiento por parte de nuestro pueblo y autoridades de nuestra comunidad autónoma recibir tan alto galardón y que se haya valorado nuestro esfuerzo durante la pandemia, ya que el nuestro es un colectivo olvidado en numerosas ocasiones pero necesario para el funcionamiento de nuestra sociedad».

Sin embargo, José Ángel Hurtado, coordinador de TAMPM Cáceres, se muestra más crítico. «La medalla nos deja una sensación agridulce, pues llevamos con un conflicto social abierto desde hace ya dos años y no se están atendiendo nuestras demandas. Eso no deja de ser solo un gesto motivado por la insistencia de los funcionarios y de la presión que ejercemos en los medios de comunicación, pero no tiene ningún reconocimiento de nuestras demandas».

Añade que no se están realizando test entre los funcionarios, salgo uno que se realizó en el mes de mayo. Además, asegura que la normativa es muy dispersa en cuanto a los protocolos a seguir.

A principios de septiembre una funcionaria del centro penitenciario de Cáceres daba positivo en coronavirus. No obstante, la dirección del centro subrayaba que se trataba de un contagio producido en el exterior de la prisión y no en las instalaciones.