HERMANO GUARDIAN DEL REAL MONASTERIO DE GUADALUPE

Mi actitud ante el tema: Escribo desde la gratitud filial, pues uno nació y creció en la fe en un hermoso pueblo de la Siberia Extremeña (Puebla de Alcocer), que espiritualmente cuidó y cuida la Diócesis de Toledo. Parecido sentimiento y actitud, me parece que experimentan la Parroquia de Santa María de Guadalupe y la comunidad franciscana, que por convencimiento de fe e historia hemos sido y seremos hijos obedientes de la Iglesia.

Somos pueblo de Dios que vive gratitud filial hacia la Iglesia Diocesana de Toledo, y también, natural orgullo de ser y sabernos extremeños singularmente agraciados por la presencia y custodia de Santa María de Guadalupe, patrona de la Región. Que nadie dude de nuestra extremeñidad.

El tema de la pertenencia del Monasterio-Santuario y Parroquia a una u otra Diócesis nos preocupa, pero no nos inquieta.

No es tema nuevo, aunque en estos últimos tiempos se haya convertido en tema recurrente.

Yo confío en que nuestros Obispos y Pastores serán siempre sensibles a las esperanzas y aspiraciones del Pueblo de Dios y cuando llegue la hora de la decisión eclesial, ésta será sabia, oportuna y la más conveniente para estos tiempos y para la Iglesia que peregrina en Extremadura.

Una palabra solicitada a mi silencio: Sobre la incorporación de Guadalupe a una de las Diócesis de Extremadura debo decir que el tema está envuelto de gran contenido emotivo, simbólico y hasta identitario: los extremeños tenemos en Guadalupe el corazón y centro espiritual de nuestra tierra y región.

Ahora bien, lo que se viene planteando desde hace más de treinta años es un asunto que simplemente afecta a límites territoriales diocesanos y a jurisdicción eclesiástica, y en cuanto tal, muy poco o nada tengo yo y la comunidad franciscana que decir. Excede nuestras competencias y es asunto propio de los Obispados y la Conferencia Episcopal Española.

Los franciscanos, que servimos a la Iglesia universal en diferentes y variados lugares y situaciones, en localidades de sencillas presencias y en Monasterios o conventos con probado historial de universalidad católica, lo haremos con la misma generosidad y entrega perteneciendo a una o a otra comunidad eclesial diocesana.

Tenemos claro que nuestra incorporación y pertenencia a la Iglesia de Cristo se realiza a través de las Iglesias Diocesanas, que han de juzgar sobre como servir más y mejor pastoralmente al Pueblo de Dios, y estar abiertas a revisión de límites territoriales en función de ese mejor servicio.

El tono y el espíritu con qué desearía que fuese tratado el tema: A mí como franciscano, me desagrada que desde Guadalupex y otras asociaciones, así como en la prensa, se hable del tema Guadalupe utilizando los términos "reivindicación histórica", "litigio", "recurso"... como si de contencioso entre Diócesis, Provincias Eclesiásticas hermanas se tratara.

En Guadalupe y desde Guadalupe hemos procurado servir y prestar siempre, como Iglesia, lo mejor de nosotros mismo a favor de la identidad de nuestra Región, por lo mismo nos duele que se ponga en tela de juicio nuestra "extremeñidad". No podemos entender ni compartir apreciaciones que simplifican los temas y reducen los problemas a simples conflictos de intereses materiales y económicos: "afanes de poder y dominio", "resultados económicos"... No es positivo dar lugar a tales apreciaciones, aunque las mismas aparezcan en lenguaje periodístico. Los temas son siempre más complejos de cómo se presentan y tratan en los mass medias.

Considero que la posible incorporación de Guadalupe y parroquias de Extremadura en la Archidiócesis de Toledo a cualquiera de las Diócesis de la nueva Provincia Eclesiástica de Extremadura debe continuar afrontándose con sentido evangélico y eclesial. Es decir, teniendo en cuenta por parte de todos, la razonable serenidad con que el pueblo extremeño ha venido exponiendo su lógica aspiración y accediendo, si preciso fuera, por parte de la Diócesis Primada a favorecer con afecto fraternal, grandeza de mira y generoso desprendimiento el deseo de la Iglesia que peregrina en Extremadura.

Yo creo que nuestra Asamblea Regional, en su unánime declaración, recoge el sentir del Pueblo de Dios en Extremadura, ha expuesto el deseo y ruega respetuosamente a la autoridad eclesiástica que considere la aspiración de los extremeños. Estoy seguro que nuestros Pastores escuchan el sentir de la Iglesia que peregrina en Extremadura y reflexionan sobre el tema, movidos y preocupados por el mejor servicio y el bien pastoral de la Iglesia.