En estos años, más que nunca, la despoblación está a la orden del día en los medios de comunicación y los foros de debate, tanto políticos como sociales. Más de doscientos municipios del norte de España han perdido todos sus habitantes, se han quedado vacíos. En Extremadura, esto aún no ha ocurrido. Sin embargo, la región no está ajena al reto demográfico, a un problema que encaran muchas zonas rurales del país, que tiene múltiples causas pero también, afortunadamente, soluciones.

La provincia de Badajoz está formada por 165 municipios, que suman 676.376 habitantes, y no todos estos pueblos están en la misma situación de riesgo ante la despoblación. José Luis Gurría es catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Extremadura y uno de los autores del estudio El reto demográfico, encargado por la Junta de Extremadura, explica que, «la población en Badajoz se ha mantenido muy estable, es cierto que con una tendencia negativa, pero estable». Quedaron atrás las décadas de los 50, 60 y 70 del siglo pasado, donde como apunta Gurría, «hubo comarcas que pierdon el 60 por ciento de su población».

El informe del que es coautor este catedrático ha dividido las localidades en función del número de habitantes: menos de 1.000, entre 1.000 y 5.000, de 5.000 a 10.000, de 10.000 a 30.000 y los de más de 30.000. «Los municipios de menos de mil habitantes son los que mayor riesgo de desplobación tienen, sobre todo los situados en zonas periféricas de la provincia», apunta. En este sentido, las comarcas con mayor riesgo son La Siberia, La Serena, Campiña Sur, Sierra Suroeste y parte de Sierra Morena, añade.

Desmontar el mito

Si estas comarcas están en riesgo de perder población no es tanto porque se vayan sus jóvenes como porque el saldo natural es negativo. José Luis Gurría desmonta el mito, «se siguen yendo muchos jóvenes, pero vienen otros», afirma. Y aclara que si bien el saldo migratorio, los extranjeros que llegan por los nacionales que se van, no arroja cifras positivas, es decir, la inmigración que viene a la provincia de Badajoz no compensa a los pacenses que se marchan, lo cierto es que el principal problema demográfico en este sentido es que mueren más personas que las que nacen. El envejecimiento de la población es determinante en este aspecto, la esperanza de vida se ha incrementado casi en diez años desde que se constituyeron los ayuntamientos democráticos, hace cuatro décadas, y el número de hijos por mujer ha descendido de manera drástica, si en 1979, según el Instituto Nacional de Estadística, INE, las pacenses tenían 2,54 hijos de media, en 2017, año de las últimas cifras de este organismo, es de 1,3.

Ciudades intermedias

A pesar de que el panorama parezca funesto, no todo está perdido, José Luís Gurría apunta una solución, las ciudades intermedias. Estas podrían ser las cabezas de comarca, núcleos urbanos que generen empleo, tengan servicios, infraestructuras e industrias agroalimentarias que transformen los productos. Estas ciudades de tamaño reducido pero con buenas dotaciones, «tendrían alrededor, en un radio de 20 o 30 kilómetros, pueblos satélites», donde la gente podría quedarse a vivir en su pueblo y desplazarse cada día a ellas a trabajar, «en desplazamientos cortos, de unos quince minutos, sin atascos», añade Gurría. Las personas mantendrían la vida de sus localdades e irían a esos núcleos urbanos a hacer compras puntuales o beneficiarse de determinados servicios que no tendrían en sus localidades, pero con la posibilidad de «tener mejores casas y vivir con mayor seguridad» que si lo hicieran en ciudades más grandes, «ya les gustaría a los de Madrid poder vivir así», apunta este catedrático.

De hecho, el sistema de poblacimiento en la provincia de Badajoz se dirige en este sentido, «Azuaga o Llerena en Campiña Sur, Fregenal de la Sierra o Jerez de los Caballeros en el suroeste, Castuera o Cabeza del Buey en La Serena, Herrera del Duque en La Sibera», describe José Luís Gurría, reproducen este sistema. Y precisamente en esta distribución de la población y en este modelo de desarrollo tiene mucho que decir una institución supramunicipal como son las diputaciones, ya que facilita servicios, dota de infraestructuras y ofrece ayudas que de por sí, los ayuntamientos tendrían muy complicado conseguir.

¿Y qué ocurre con el resto de la provincia, la más extensa de toda España? «El resto de comarcas no tienen problemas», opina Gurría. Y esto se debe, en gran parte, al sistema policéntrico de ciudades, donde, además de la capital, localidades como Mérida, Don Benito, Villanueva de la Serena, Almendralejo, Montijo, Zafra u Olivenza tienen un gran «dinamismo socioeconómico y demográfico».

En estas áreas vive el 95 por ciento de la población, por este motivo, las acciones que emprenden las diputaciones como la de Badajoz que aquellas localidades donde vive el 5 por ciento restante, buscan igualar oportunidades, allí donde estén los habitantes.