Jarramplas es una de las fiestas más singulares de todo el calendario regional, e incluso nacional. Coincidiendo con la celebración de San Sebastián, los días 19 y 20 de enero, un penitente vestido con un singular traje de cintas multicolores y una enigmática máscara cónica recorre las calles de Piornal en medio de una lluvia de nabos que le arrojan los asistentes. Las explicaciones a esta tradición son múltiples: un ladrón de ganado al que el pueblo persiguió lanzando verduras, el castigo que Hércules le infligió a Caco, costumbres de los indios en América… Destaca, entre las numerosas explicaciones, la que considera que Jarramplas representa a San Sebastián en su martirio.

Lo cierto es que Jarramplas sale todos los años a cumplir su penitencia hasta que no aguanta más. Cuando ya no puede seguir levanta las manos y los asistentes dejan de tirarle nabos. El momento cumbre es la primera salida de Jarramplas, en la que la lluvia de nabos es la más abundante. Estos días la cantidad suele oscilar entre los 23.000 y 25.000 kilos de nabos, de distinto calibre y grosor, que se han adquirido en Jarandilla de la Vera.

Llega a la cruz en la madrugada del 19 al 20 de enero y golpea el tambor mientras suenan las doce campanadas del reloj, empieza a caminar hacia atrás y suenan las alborás y las rondas… Es el momento mágico.

El día siguiente, tras el llamado ‘regocijo’ y la misa mayor finaliza la fiesta con una degustación de migas en la casa del mayordomo.

Si el viajero desea informarse a fondo sobre la fiesta lo mejor es visitar el Museo de Jarramplas, interactivo, en el que a través de pantallas digitales y también de objetos como cachiporras, armaduras o trajes se descubre la historia de la fiesta. Lo más divertido es la máscara de realidad virtual en la que el visitante puede sentir la experiencia de ser Jarramplas.