Un auténtico caballero dentro y fuera de los fogones. El cocinero Eustaquio Blanco Rosado recibió el premio a la Trayectoria Empresarial, galardón que fue recogido en la gala por sus hijas Yolanda y Laura Blanco debido a su delicado estado de salud. Desgraciadamente, apenas unos días después de este reconocimiento fallecía a los 70 años dejando un hondo pesar en toda la sociedad extremeña. Porque, además de un cocinero espectacular y Medalla de Extremadura, Eustaquio Blanco era un maestro y una persona excelente, que gozaba del cariño general por su palpable bondad.

Quienes le conocían destacan en él su calidad humana y profesional. Su simpatía y cercanía definen la naturaleza amable de Eustaquio Blanco. La pasión sin límite por su trabajo como cocinero y empresario han sido sin duda señas de identidad de una vida plena dedicada a esta pasión.

EMBAJADOR DE EXTREMADURA Embajador de su tierra, siempre trató de difundir con empeño la calidad de la despensa extremeña y la riqueza excepcional de su cocina tradicional. A los 47 años en una entrevista a EL PERIODICO EXTREMADURA confesaba su empeño en "intentar conseguir que nuestra cocina ocupe el lugar que le corresponde. La cocina extremeña ha de ser relanzada por todos".

Espíritu de la cocina del restaurante El Figón, su particular alianza con los fogones le viene desde niño cuando ayudaba a su madre, Francisca, en la cocina del primer local regentado por la humilde familia. Fue sin duda su primera escuela y la base de una formación que ya apuntaba maneras.

Eustaquio decidió seguir formándose por todo el país, con los mejores maestros de la época. Este espíritu inquieto y sus tres años de formación posterior en la Escuela de Hostelería de Madrid hicieron de él un gran profesional que durante más de 50 años ha luchado por llevar la excelencia a la cocina y abrir los productos extremeños a todo el mundo.

Su andadura profesional ha sido reconocida con numerosos premios y distinciones: Premio de la Confederación Empresarial de Turismo de Extremadura en 1998 por su promoción de la gastronomía extremeña, Premio de la Asociación de Cocineros y reposteros de Extremadura en 2006, y el reconocimiento honorífico a él y a su familia con la entrega de la Medalla de Extremadura en septiembre de 2007.

El Figón ha sido sin duda el motor de su vida profesional desde que en 1947 abrió sus puertas. El mayor premio de su trayectoria en este mítico restaurante, según sus palabras, ha sido el reconocimiento de aquellos que conservan en su recuerdo la visita a un Cáceres monumental, pero también con una gastronomía de máximo nivel: las migas, las criadillas, los revueltos de espárragos, el jabalí, el solomillo con torta del casar, la perdiz al modo de Alcántara y, sin duda, un buen jamón y queso de la tierra.

Con las mismas ganas de aprender e innovar, a la edad de 67 años inauguró un nuevo restaurante con su nombre, consiguiendo su mayor sueño: ofrecer a sus clientes la misma calidad de producto, el saber hacer y un cuidado servicio.

Desde que se inauguró el Restaurante Eustaquio Blanco hace tres años, las aproximadamente veinte personas que conforman el equipo están implicadas en el proyecto de Eustaquio.

A la cabeza del mismo está María de los Angeles, su mujer; su hija Nerea Blanco; y Manolo Espada, mano derecha de Eustaquio, quienes siguen con muchas ganas la ilusión de toda una familia. Nerea, actual gerente, se ha convertido en la digna sucesora de la saga y ha desempeñado un gran papel estos últimos años. De hecho, el actual equipo de cocina ha conseguido numerosos premios.