El tercer informe sobre la Situación de la Caza en Extremadura en el que se analizan los datos de la temporada 2017/18 pone negro sobre blanco la realidad de un sector con un indiscutible peso en la economía de la región, del que en muchos casos no son conscientes los ciudadanos. La recuperación de la caza menor, el relevo generacional y la incorporación de la mujer son tres de las asignaturas pendientes, según este documento que anualmente elabora la Federación Extremeña de Caza (Fedexcaza).

Al respecto, su presidente, José María Gallardo, explica que “ya de por sí es importante la redacción de un documento de este tipo que contextualice todos los datos que arroja la temporada. Si todos fuéramos conscientes de la importancia de la caza, ésta se debería estudiar como cualquier variable económica clave de la región”. Gallardo destaca los 90.000 jornales que la caza genera cada año o los 385 millones de euros de flujo económico, tan solo como algunas variables esenciales.

Una magnitud también relevante es el precio de la carne de especies de caza mayor, que llegó a alcanzar 8.158.931 euros en 2017-18, un 51,6% más que en la temporada anterior. Después, cuando el producto es transformado el valor se incrementa. De hecho, la comparación con otras temporadas arroja un valor ascendente. Es muy significativo que, por ejemplo, el lomo de venado haya alcanzado en este periodo los 25 euros por kilogramo. En Extremadura tienen su sede dos de las empresas más fuertes del país en carne de caza: Cárnicas Dibe y Manuel Rosa.

CONEJO. Dentro del aspecto estrictamente cinegético hay que destacar la regresión tan acuciada de las especies de caza menor, especialmente la del conejo en la provincia de Cáceres. “En la provincia de Badajoz, al igual que ha ocurrido con la liebre, el descenso de las capturas es estremecedor, un 20,10% menos que el año pasado, todo un récord. El dato más demoledor es que desde la temporada 2012/13 hasta la que estamos analizando; es decir, en solo 6 años, los conejos cazados en Badajoz han disminuido en un 75,41%, pasando de 121.085 a la exigua cifra de 29.772. En Cáceres, en este mismo periodo, se ha producido una reducción del 43,15%, de 34.852 a 19.810 animales cobrados”, indica el informe. En Cáceres, se abaten más ciervos que conejos. (27.618 ciervos frente a 19.810 conejos). “Es muy grave, porque el conejo se encuentra en la base de la alimentación de aves y mamíferos protegidos o en peligro de extinción. En muy preocupante, máxime en una comunidad como la nuestra, que ha sido referente en caza menor, con fincas emblemáticas en Trujillo y Santa Marta de Magasca. No entiendo cómo no se redacta un plan de reintroducción de conejos a lo bestia. Diría que en Extremadura la mayoría de cotos no cazan el conejo, porque tienen tan pocos que lo que les preocupa es cuidarlo. A veces, se ven poblaciones primaverales ilusionantes y cuando llega la época de caza se han muerto por enfermedad vírica y mixomatosis”, indica Gallardo.

Otro dato que el informe revela es el descenso de población de ciervo, el descenso de la edad de los animales abatidos, la reducción del peso de las canales, así como de la calidad de los trofeos. “Esto tiene que parar y hay que empezar a gestionar de otra manera el cervuno”, explica.

El jabalí en las comarcas tradicionales de caza mayor está reduciendo el número de capturas, frente al aumento en comarcas agrícolas y ganaderas. Y ésta también es una cuestión que merece la pena analizar en los futuros modelos de gestión de los Planes Comarcales de Caza.

No menos importante es el relevo generacional y la incorporación de la mujer. “Creemos que en el siglo XXI la incorporación de la mujer es necesaria y progresiva. Pero actualmente forma parte de la cacería de forma pasiva y nosotros no queremos que sea así. En otros países de Europa existe una cultura cinegética muy respetuosa, con cazadores de mucha calidad, como en Alemania. Allí el 20 por ciento de las incorporaciones a la caza son mujeres. La caza es una actividad deportiva y al aire libre que se puede disfrutar sin depender de la testosterona. Cazar en el siglo XXI es hacerlo de forma sostenible, disfrutando de la naturaleza, y en ese contexto cabemos todos. Además, las carnes de caza son fuente de proteínas, de gran calidad, con poca grasa y sin tratamientos de ningún tipo”, explica.