PRESIDENTE

DE LA DIPUTACION DE BADAJOZ

Desde hace más de siete siglos se asienta en los montes de Las Villuercas el Real Monasterio de Guadalupe. Es punto de encuentro de peregrinos, referente en la advocación religiosa y, su Virgen patrona de Extremadura desde 1907. No fue circunstancial, por tanto, que desde la definición de Extremadura como Comunidad Autónoma en su Estatuto de Autonomía de 1983 se acordara el 8 de septiembre como festividad oficial de la región, Día de Extremadura. Vinculación con esta tradición que se refuerza expresamente en el proyecto de nuevo Estatuto autonómico que ya se debate en el Congreso de los Diputados.

El Monasterio de Guadalupe sobrepasa su dimensión religiosa para convertirse en un símbolo de Extremadura. Creo no equivocarme al afirmar que por encima de las creencias religiosas cualquier extremeño mira con especial cariño a ese pequeño núcleo perdido en las montañas que es La Puebla y su impresionante Monasterio. Y si desde 1993 es Patrimonio de la Humanidad, desde siempre ha sido patrimonio de todos los extremeños, vivamos en la provincia que vivamos.

Ahora se vive más que nunca el debate de la extremeñidad del Santuario sin que ninguna voz en Extremadura ponga en duda este carácter. Si el nuevo Estatuto de Autonomía relaciona expresamente el 8 de septiembre, Día de Extremadura, con la festividad de la Virgen de Guadalupe, patrona de Extremadura, también recientemente la Asamblea de Extremadura aprobó por unanimidad una declaración institucional en la que se insta a la Iglesia que atienda "las voces que desde hace años vienen reclamando que Guadalupe pase a formar parte de la provincia eclesiástica extremeña".

Estoy seguro de que la Iglesia Católica no mirará para otro lado cuando existe prácticamente unanimidad en las opiniones, convencidas del carácter extremeño del Santuario. Y que, dentro del respeto mutuo, de la misma manera que se fue tejiendo la unión de Mérida-Badajoz en una sola Archidiócesis, ese carácter inequívoco de extremeñidad impregnará la decisión sobre su futuro,

Hay que mirar también la dimensión "no religiosa" del Monasterio. Y es que Guadalupe recoge entre sus muros arte, cultura, historia y leyendas que atraen a estudiosos y generan una vida paralela en todo su entorno, y donde la pintura de otro extremeño universal, Zurbarán, se convierte en el epicentro de todas las admiraciones. Y de ello participamos todos los extremeños que, por encima de creencias religiosas, consideramos ese patrimonio como propio y nos gusta enseñarlo a amigos de otras tierras como uno de los grandes tesoros de Extremadura.

Tenemos razones para reivindicar la extremeñidad del Monasterio y estoy convencido de que la Iglesia sabrá reconocer esta realidad. Sería muy satisfactorio para todos celebrar el próximo 8 de septiembre el Día de Extremadura con esta reivindicación hecha realidad, más cuando coincide con otra fecha señalada para la Iglesia, el cierre del Año Santo Guadalupense. Reiterando ese respeto entre ambas instituciones, sólo pretendemos que de derecho --eclesiástico-- se considere lo que es una realidad de hecho desde hace muchos años.