Inés María Escobar Moreno, alcaldesa de Magacela

«Más que alcaldesa, soy ciudadana, sus problemas son también los míos»

Aunque lleve dos legislaturas al frente del ayuntamiento de su pueblo, no le faltan ni las ganas, ni los ánimos para repetir, por eso se va a presentar a la reelección el próximo 26 de mayo. Magacela es una localidad de aproximadamente 525 habitantes en la comarca de La Serena. Inés María es la primera alcaldesa del pueblo, «si me vieran mis abuelos, se sentirían orgullosos». Vuelca toda su energía y pasión en lo que hace, por eso, cuando le ofrecieron presentarse a la alcaldía en 2011 lo consultó con su familia, su marido y sus dos hijos, que le animaron a aceptar, «es mucha responsabilidad, pero la ilusión tan grande que tenía me hizo aceptarlo». Por el oficio que ha desempeñado siempre, monitoria socicultural y cuidadora en una residencia de ancianos, está acostumbrada a motivar a la gente, «tenía que dinamizar el pueblo». Y añade, «me gusta hablar con los vecinos, son mi oposición, porque yo puedo pasar muchas veces por una calle y no darme cuenta de un detalle, de un pequeño arreglo y ellos te lo dicen y al día siguiente puede estar arreglado». Por ese motivo, «más que alcaldesa, soy ciudadana, sus problemas son también los míos».

Inés María no sabe estar quieta, «quiero que la gente salga de casa, que se mueva, que no se apaguen», por eso quizá tiene un proyecto que aún no le ha dado tiempo a realizar, pero que tiene en mente de manera fija, «hacer un espacio para la creación joven, para que tengan un lugar de encuentro, que no lo tienen». Y a ellos, como a sus hijos, les dice, «hay que pasarlo bien, pero luchar también por lo que quieres».

Fernanda Ortiz Ortiz, alcaldesa de Maguilla

«¿Qué es lo peor de ser alcaldesa? Yo es que no le encuentro nada malo»

«Para empezar, llámame Nandi». Pues bien, Nandi Ortiz es la alcaldesa de Maguilla, un pueblo de 980 habitantes en la comarca de Campiña Sur, «en su centro geográfico exactamente». Sin embargo, a pesar de ser su epicentro, «por Maguilla no se pasa, a Maguilla hay que ir». Este hecho, el de estar fuera de las líneas de comunicación, tiene sus pros y sus contras, «si estás buscando la más absoluta tranquilidad es bueno, pero si persigues el intercambio de dentro a fuera y viceversa, pues no tanto». Aún así, afirma con rotundidad, «es el mejor pueblo del mundo».

Marta Doncel García, alcaldesa de Guadajira

«Siempre he estado muy ligada a la política, mi padre fue alcalde años antes»

Esta es su primera legislatura al frete del ayuntamiento y le quedan muchas ganas de repetir, «he aprendido mucho y aún me quedan cosas que aportar» y hace su propia evaluación, «Progresa Adecuadamente», como aquellas PA de las notas de los niños de la EGB. Fue cocinera antes que fraile, porque estuvo en la oposición tres años.

Durante más de dos décadas ejerció su profesión, delineante, pero comenzó a implicarse en diferentes proyectos, del 2011 al 2015 fue presidenta del Centro de Desarrollo Campiña Sur; y desde 2012, vicepresidenta de la Red Extremeña de Desarrollo Rural, cargos incompatibles con su trabajo. ¿Y qué es lo peor de ser alcaldesa? «Yo es que no le encuentro nada malo. Aunque lo más penoso que he tenido que hacer ha sido ejecutar un despido procedente». ¿Y lo mejor? «Poder resolverle a los vecinos sus problemas, es lo que más te llena. Yo siempre lo digo, lo mío es vocacional, como quien se va a misiones».

Virginia Borrallo Rubio, alcaldesa de Jerez de los Caballeros

«Tomas muchas decisiones y hay que asumir el riesgo de equivocarte»

Virginia Borrallo llegó a la alcaldía de manera accidental. Ocho meses antes de que acabara la legislatura, en 2014, falleció su predecesora, Margarita Pérez. Este hecho trágico hizo que ella ocupara su silla al frente del consistorio. ¿Hay diferencias entre ser concejala y alcaldesa? «Muchas, nada que ver. Antes era más fácil, porque tú presentabas las ideas y alguien tomaba las decisiones. Ahora, me toca a mí decidir, pero hay que asumir el riesgo a equivocarse». Jerez de los Caballeros es cabeza de comarca de la Sierra Suroeste, con 9.500 vecinos es una de las localidades más importantes del sur de la provincia de Badajoz, por historia y por influencia socioeconómica. Tras el aciago acontecimiento que la llevó a la alcaldía, encabezó las listas electorales de su partido y fue elegida alcaldesa. «Y me vuelvo a presentar, cuatro años pasan volando, te queda por hacer el proyecto de ciudad que todos tenemos en mente, que Jerez vuelva a tomar esa fuerza como cabeza de comarca». Reconoce que ha tenido ayuda, «he tenido la suerte de estar rodeada de muchos alcaldes con experiencia con los que he podido contar». Reconoce que el hecho de ser mujer, de haber nacido y estar criada en el mismo pueblo del que es alcaldesa, ha marcado parte de su mandato, «mucha gente me veía como una niña, porque me conocían desde pequeña y me habían visto creer en estas calles». Además, reconoce que, por el hecho de ser mujer, «tienes que demostrar todos los días que vales para el cargo y al hombre no se le cuestiona, se le da por hecho que está preparado», por eso asegura que ha tenido que escuchar comentarios que está convencida de que nunca le harían a un colega masculino. «Falta mucho para que eso cambie».

Esta es la primera legislatura de Marta Doncel al frente de la alcadía de su pueblo, Guadajira, una entidad local menor de unos 520 habitantes en la comarca Tierra de Mérida- Vegas Bajas. A pesar de su juventud, siempre ha estado vinculada a la política, «¿que cómo acabé aquí? Mi padre fue alcalde de 2007 a 2011, en mi casa se hablaba mucho de política. En 2015 vi que era el momento, lo expuse en la asamblea de la agrupación y me eligieron como candidata. Por justo estas fechas, hace cuatro años, me estaba plantando si dar el paso o no». Y lo dio, y salió elegida alcaldesa. Por aquel entonces había terminado los estudios, primero hizo Relaciones Laborales y después, Ciencias del Trabajo. Estaba en esa encrucijada a la que se enfrenta todo joven que acaba de terminar sus estudios y decidió dedicarse a eso que siempre le había atraído tanto y que había visto en casa, la política.

Ahora, casi al final de su primera legislatura al frente del ayuntamiento, lo tiene clarísimo, «¡pues claro que me voy a presentar a la reelección! En cuatro años no te da tiempo para mucho y si pueden ser otros y otros, pues mejor, para poder consolidar el proyecto». Cree que no todo se limita a hacer obras, en un pueblo pequeño como el suyo, la cercanía es fundamental, «lo más importante son los principios y valores que le transmitas a la gente, que vean que son más importantes que asfaltar un calle», pero añade inmediatamente, «aunque también eso tenga su importancia».

Cuando llegó al cargo tenía asumido, por la experiencia de su padre, «en un pueblo pequeño, eres alcalde veinticuatro horas al día, estás pendiente siempre de lo que pasa y siempre cuentan contigo para todo». Pero tiene su recompensa, «te sientes bien cuando ayudas a la gente».