El pasado 7 de agosto, en el convento de San Francisco de Arroyo de la Luz, pudimos disfrutar del circo. Payasos, acróbatas, animales salvajes... Pero nada es lo que parece. No fue una actuación normal, ya que todos los miembros del circo estaban muy preocupados por lo ocurrido en la última actuación con su compañero el payaso. Algo raro habían visto en él durante su último espectáculo e intuyen que algo terrible está por suceder.

El payaso estaba preparando la actuación de esa noche con una dedicación tal, digna de un maníaco, con el celo propio de un demente, preparaba con minuciosidad los chistes y trucos para esa noche y no dejaba a sus compañeros que se acercaran donde él estaba preparando su secreta actuación.

Los miembros del circo tienen miedo. Miedo por lo que le pueda estar sucediendo a su compañero, miedo por lo que les pueda pasar a ellos mismos y a los espectadores.

Miles de macabros misterios se dieron cita en este circo. Sobrevivir fue el único objetivo marcado.