ay banderas patrióticas, originales, divertidas, emocionantes y aunque todas y cada una de ellas distingue al que las porta, la bandera azul conseguida este año por la playa del pantano de Orellana nos hace únicos.

Que una región de interior como Extremadura consiga el mismo distintivo que cualquier playa de Huelva o Galicia reconoce no solo la calidad del agua, infraestructuras del pantano y servicios necesarios para dicha actividad en la zona. Certifica la calidad y el acierto del trabajo que desde el año 2006 impulsan Junta de Extremadura, Ministerio de Industria y Turismo, la Confederación Empresarial de Turismo de Extremadura (Cetex) y por supuesto, la Diputación de Badajoz que con el Plan de Dinamización del Proyecto Turístico ´Los Lagos´ en las comarcas de La Serena y La Siberia apostó por el turismo interior de nuestra región como un sector estratégico para el desarrollo de nuestra región. Una de las industrias junto con la agroalimentaria y las energías renovables imprescindibles en el desarrollo social y económico de Extremadura.

No es el único enclave donde se actúa en coordinación con otras administraciones para elevar el desarrollo de esta Extremadura dual, tan urbana como rural si atendemos a las estadísticas poblacionales.

El ecoturismo y el patrimonio histórico en Tierra de Barros y Zafra; los recursos hídricos como motor de desarrollo también en el gran Lago de Alqueva o en la frontera a través del Guadiana Internacional; la comercialización de paquetes cinegéticos y senderistas en el sur de la provincia... Son acciones similares en otros puntos de la región que demuestran que, tras el ruido y las dudas, cada actor en nuestra sociedad sigue cumpliendo con sus funciones, desde las instituciones hasta la sociedad civil o los creadores de opinión.

Poner una bandera de calidad en esta tierra de agua es romper estereotipos para los de fuera y darnos otro motivo para enorgullecernos del camino recorrido y del que aún nos queda para dejar a generaciones venideros un mundo más justo y sostenible. Este Día de Extremadura, Día de la Festividad de Nuestra Señora de Guadalupe, pero motivo también para homenajear a nuestra bandera verde, blanca y negra, concentra todas aquellas banderas domésticas y personales, corporativas y empresariales, que hemos sido capaces de levantar en las cimas y pendientes que esta situación complicada en lo económico nos está obligando a remontar.

A todos, con independencia de sus responsabilidades, con esfuerzo y sacrificios, como se conquistan todas las cumbres. A los que respondemos de la representación popular, gobierno u oposición, con el firme propósito de que los más débiles no queden sin la cobertura básica que nos define como comunidad humana, como pueblo alejado de egoísmos e insolidaridad.

PAPEL DE LAS DIPUTACIONES Las Diputaciones --tan a debate en los últimos meses-- sabemos esto desde hace decenios, desde la puesta en marcha del Estado Moderno, desde la democracia municipal de 1977, antes incluso de que se aprobara nuestra Constitución, de esa necesidad del otro. Son administraciones silenciosas, de gestión y personal al servicio de los 159 ayuntamientos menores de veinte mil habitantes que existen en la provincia de Badajoz. Junto a pedanías y entidades locales menores, más de doscientos núcleos donde vive el 60% de la población de la provincia. Allí, también se tiene que depurar el agua, recoger los enseres y muebles, proyectar cine o asistir a una obra de teatro; hay mayores en situación de dependencias, niños que quieren hacer deporte o leer en la biblioteca y poco presupuesto o personal para llevarlo a cabo. Y es cuando las Diputaciones aparecen para hacer efectivo el derecho a la igualdad, sin el cual no existiría jamás la libertad, que comienza por la de circular o residir en cualquier punto de tu Estado con los mismos derechos y libertades.

En la plaza principal de cada uno de esos pueblos o pedanías, por muy pequeño que sea, ondean las banderas de Extremadura, España y Europa que nos identifican como miembros de una comunidad. Y que, por encima de cualquier otra consideración jurídica, es comunidad porque protege a sus miembros con un sistema básico de cobertura, creado gracias al esfuerzo solidario de los demás.

Ese es el gran patrimonio de Extremadura cultivado durante sus casi treinta años de andadura democrática: no dejar a nadie, a ninguna población, sola, capaz de sentirse fuera de esa comunidad y la bandera que nos diferencia de otros territorios.

Según lo van descubriendo, van solicitando cada día más poner nuestras banderas en las plazas de sus pueblos. Según van conociendo nuestro patrimonio, hasta nos distinguen con una bandera azul que, tan predestinada estaba a las playas marítimas, que no consideraron el verde de nuestros ríos, también presente en la bandera de Extremadura... Todo se andará, será una cuestión de tiempo.