sorprendido, atónito, asombrado, “increíble”, replicaría cualquier ciudadano alemán, danés, francés o británico cuando le dijesen que en una región de Europa es imposible encontrar mano de obra para trabajar en el campo.

“Situación de pleno empleo”, de una buena economía en desarrollo pensaría el común de los mortales ante una región en desarrollo próspero y feliz para sus ciudadanos.

Oiga, que eso no es así, que en esa comunidad autónoma situada en el sur de Europa, en un país llamado España, hay un territorio donde están apuntadas al paro casi cien mil personas y se llama Extremadura.

El descuadre mental podría llevar a cualquiera a un internamiento en centro para la recuperación psiquiátrica, pero cuando nos hablan a los de aquí, qué nos van a contar, si nosotros lo entendemos todo.

Durante las negociaciones del actual convenio del campo, un dirigente de la UGT venido de Sevilla para aconsejar sus compañeros nos lo dijo claramente: “No os empeñéis tanto en intentar buscar trabajadores para el campo, que a nosotros lo que realmente nos preocupa y lo que merece la pena son las obras del Aepsa”. Entonces comprendí, y ya me van cuadrando algunas situaciones.

Si nosotros lo que queremos es subir el importe de la peonada no para que las abonen los empresarios agrarios, sino para que los ayuntamientos paguen más. ¡Cuánto sabe este sindicalista agrario!

Suponemos que con el laudo arbitral de “obligado cumplimiento” dictado por los árbitros de la Fundación de Relaciones Laborales de la Junta de Extremadura habrá alcanzado el clímax perfecto, esto es, más dinero por trabajar menos en “las calles”.

Y las organizaciones agrarias pensando en incrementar la jornada laboral. Qué ilusos, piensan los sindicalistas, si ellos supieran que a nosotros el campo no nos interesa.

Un empresario amigo se quejaba del abandono de la mitad de la cuadrilla este año cuando se estaban realizando las labores de poda de las viñas y los olivos porque el ayuntamiento los había llamado a “arreglar las calles”. Ya voy entendiendo.

Y para coger cerezas hay que traer un contingente aprobado en el Comité de Flujos Migratorios, porque los parados de las zonas de cultivo están “pintando aceras y casas de cultura”.

El tabaco acelerando al contingente marroquí que pueda venir a repelar, atender a los secaderos, etcétera, porque la mano de obra nacional sigue ocupada en trabajos municipales.

Y si seguimos con el pimiento, con la aceituna, con la uva. Siempre la misma canción.

Y por si fuera poco al que quiere trabajar le dicen: “No lo hagas, que te quitan el subsidio, que si te dan peonadas cobras menos del paro”.

Ayer venía en el coche cuando por la radio conectaron con el pueblo más rico de España en términos de PIB Pozuelo de Alarcón, y con el más pobre, curiosamente era de Extremadura, de esa comunidad autónoma donde hay casi 65.000 trabajadores del campo y tienen que venir de Marruecos para realizar las faenas agrarias.

Este artículo ya sé que no es políticamente correcto, quizás no lo publiquen, pero lo único cierto es que o cambiamos o vayan preparando drones y otros artilugios para recoger la fruta, podar las viñas y olivos, varear encinas, repelar tabaco, recoger pimiento, etcétera.

Y que a los pocos jornaleros que queden los declaren “especie en vía de extinción”.