Con 6.963 habitantes, Moraleja es el municipio más poblado de toda la provincia de Cáceres y el más importante de la zona de la que es centro económico, aunque desde el punto de vista geográfico se encuentra en las vegas del Arrago al bajar de Sierra de Gata.

El 6 de agosto se producía un incendio que acabaría quemando una superficie de 7.833 hectáreas, distribuidas de la siguiente manera: Acebo (4.436) Hoyos (1.156), Perales del Puerto (1.500), Villamiel (68), Cilleros (391), Moraleja (106), Villasbuenas (71) y Gata (105). Contra ellas se luchó con 50 medios aéreos y 250 terrestres.

Las llamas tuvieron tal dimensión que 3.840 habitantes de Acebo, Perales del Puerto y Hoyos tuvieron que salir de sus hogares y refugiarse en instalaciones municipales de Moraleja. El ayuntamiento movilizó a todos sus habitantes y coordinó toda la operación a través de voluntarios que pusieron camas y dieron comidas para que en la medida de lo posible todos los evacuados estuvieran correctamente atendidos.

Primero le tocó el turno a Acebo y a Perales del Puerto. Posteriormente se evacuó Hoyos. En este caso se trata de poblaciones enteras: niños, ancianos, enfermos, discapacitados e incluso animales de compañía...

Cocineras voluntarias fueron a las instalaciones municipales para solventar desayunos, comidas, meriendas y cenas para todos, incluyendo a aquellos colectivos como celíacos y diabéticos que necesitan un régimen especial. Los enfermos crónicos o los que tenían alzhéimer se ubicaron en residencias de ancianos, siendo atendidos por los trabajadores de los centros de salud en coordinación con los farmacéuticos municipales.

También psicólogos voluntarios se ocuparon de los casos de ansiedad y crisis anímicas.

Los trabajadores del centro de formación del medio rural estuvieron a 'full time' durante todas las horas del día y los empleados del ayuntamiento trabajaron fuera de su horario laboral, todo ello sin ningún tipo de compensación.

De los artículos de primera necesidad se encargaron tiendas y bares, que estuvieron abiertas. Los puestos ambulantes cedieron mantas y comida y, en general, los ciudadanos llevaron alimentos, bebidas y productos para atender la higiene de los evacuados.

La solidaridad también llegó de la mano de las protectoras de animales que se hicieron cargo de los animales afectados, atendidos también por veterinarios voluntarios.

Las piscinas sirvieron para que niños y jóvenes realizaran actividades. Y un equipo de voluntarios gestionaron las redes sociales del Ayuntamiento de Moraleja para pedir los productos a medida que se necesitaban. Llegó un momento en que se volcó tanto el pueblo que tuvieron que decir que ya no necesitaban más. A pesar del dolor y la tristeza por el incendio los afectados no dejan de dar gracias al pueblo de Moraleja y al ayuntamiento por la ayuda, humanidad y solidaridad recibidas.