Era Hungría un gran premio marcado en el calendario por el rojo Ferrari a comienzo de año. El sinuoso y ratonero trazado de Hungaroring se adapta mejor al chasis más corto de los coches de Maranello. Era una de esas citas en las que Mercedes debía limitarse a minimizar daños. Pero la lluvia durante la crono del sábado, sacó lo mejor de las 'flechas de plata' que arrancaron desde la primera línea. Y de ahí no se movieron. Con muchas dificultades para adelantar y 51 grados en el asfalto era cuestión de manejar una carrera muy táctica, en la que un mal cambio de ruedas de Sebastian Vettel complicó la posibilidad de adelantar a Valtteri Bottas hasta las últimas vueltas. Esta vez sí, el finlandés fue un auténtico escudo para que su jefe Lewis Hamilton gestionara como un reloj una victoria, la quinta de la temporada, con la que consolida su liderato en el Mundial.

LA RECUPERACIÓN DE VETTEL

“Salir de aquí con tantos puntos era algo completamente inesperado antes de llegar aquí”, explicó Hamilton antes de poner “rumbo a la playa” durante el 'break' veraniego. “La parada fue mala y me quedé detrás de Bottas. Pero estaba confiado en atacar en las últimas vueltas. Lo conseguí y estoy contento aunque no era el resultado que queríamos”, expllcó Vettel.

También se esperaba un papel más protagonista de los Red Bull en un trazado donde el motor no lo es todo, pero Máx Verstappen abandonó a las primeras de cambio con uno de los recuperadores eléctricos dañado. Es el cuarto abandono por avería de Red Bull en las cuatro últimas carreras. Daniel Ricciardo se libró esta vez de las averías, pero no de un auténtico leñazo propinado por Lance Strolz en la primera curva. El golpetazo sobre su neumáticos borró la pintura amarilla de Pirelli y le envió a la 14ª plaza desde donde remontó con maestría hasta la quinta posición antes del ecuador de la carrera, tras nueve magníficos adelantamientos entre la curva uno y tres. Ricardo si demostró porque se esperaba mucho de los Red Bull. De haber salido en las dos primeras líneas hubiera podido luchar por todo.

Lewis Hamilton se sube en su Mercedes para celebrar un nuevo triunfo. / REUTERS / LISI NIESNER

Ferrari eligió una doble estrategia en la partida de ajedrez que se dibujaba sobre Hungaroring. Diseñó dos paradas para Kimi Raikkonen y una sola para Vettel, esperando confundir a Mercedes, buscando que picaran el cebo con una parada temprana. Pero Mercedes ya se lo esperaba, y solo cubrió la estrategia de Raikkonen enviando a Bottas tras él, igualmente a dos paradas. En ese juego, Vettel debería haber ganado la segunda posición sobre Bottas, pero el mal cambio de ruedas —dos segundos más lento— de Ferrari, condenó a Vettel, que completó vueltas y vueltas de desesperación tras el alerón trasero del Mercedes. Restaban 14 vueltas y era prácticamente la única lucha mientras Bottas se quejaba por radio: “Las ruedas comienzan a desfallecer”.

BOTTAS, EL GUARDAESPALDAS

Mientras Bottas taponaba a Vettel, Raikkonen recuperaba terreno para unirse a la lucha, y Hamilton conducía tranquilo con 15 segundos de colchón sobre Bottas y los dos Ferrari. Solo quería noticias: “¿Cómo le va a Valtteri contra ellos?”, preguntó por radio Hamilton a falta de siete vueltas. “Está haciendo un gran trabajo”, le contestaron. Y justo una vuelta después, Vettel, con el aliento de Raikkonen detrás diciendo que podía ir más rápido, se tiró a por Bottas. Lo intentó en la curva 1, pero lo consumó en la tres, cerrando el vértice brusca y, probablemente, ilegalmente, llevándose por delante el alerón del Mercedes. Bottas perdió entonces la cabeza, y con un coche dañado, fue adelantado por Raikkonen, y se fue contra Ricciardo en una maniobra absurda y sancionable en la frenada de la primera curva. Absurda e inútil, porque Riccardo, el hombre del día, le adelantó en la última vuelta.

Fernando Alonso y Carlos Sainz finalizaron en los puntos, octavo y noveno, con mejor regusto para el asturiano que partía de más atrás y con un coche peor, mientras que el madrileño, que arrancaba quinto, perdió posiciones en la salida, y después se vio perjudicado por una estrategia que le metió de lleno en el tráfico.