Cuentan que cuando el qatarí Nasser Bin Khalifa Al-Attiyah le preguntó a Carmelo Ezpeleta, responsable del Mundial de motociclismo y uno de los culés más enfermizos del paddock, si existía la posibilidad (cuando la F-1 ni siquiera se había planteado hacer carreras nocturnas) de organizar un GP en Qatar bajo los focos, el responsable de Dorna le dijo que todo, absolutamente todo, era posible. "Se lo dije, simplemente, porque los conozco y porque sé que si se proponían algo así iban a ser capaces de hacerlo realidad de un soplo. Como así ha sido al final", señaló ayer Ezpeleta.

Qatar se adelantó a todos y construyó, en cuestión de meses, un trazado de 5.350 kilómetros en mitad del desierto. Para ello, las autoridades qatarís contrataron, por recomendación de Ezpeleta, a Tome Alfonso, ahora máximo responsable del circuito de Alcañiz, sede del cuarto gran premio español el próximo 19 de septiembre, para que dirigiese todas las obras.

Lo primero que hizo Alfonso fue encerrarse durante días con varios jeques del país para decidir en qué lugar, bueno, en qué desierto, dibujaban el circuito. Al final decidieron que al norte de Doha, pues el resto de desiertos estaban plagados de dunas. Escogieron una constructora qatarí y, pese a que el staff técnico de la obra estuvo integrado por libaneses, ingleses y alemanes y los obreros fueron indios, pakistanís y filipinos; la ingeniería, como posteriormente toda la obra de iluminación, recayó en manos de compañías norteamericanas.

"No hubo despilfarro, --cuenta Alfonso--, pero tampoco ahorro alguno. Pedíamos lo que necesitábamos y lo teníamos al instante, llegase de donde llegase". Alfonso no fue consciente, hasta varios meses después de comenzada la obra, de que la pretensión de iluminar los cinco kilómetros largos que tiene el trazado era auténtica. "Un día me reuní con los responsables del circuito y les dije que debíamos cambiar la inclinación de la curva tres. Me dieron su aprobación y añadieron: ´Mejor, así podremos poner los focos en este rincón´. Y me señalaron un trozo de la curva con su dedo índice". Fue entonces cuando Alfonso preguntó si lo de la iluminación iba en serio. "Por supuesto que va en serio, queremos organizar el primer gran premio nocturno de la historia".

Dicho y hecho. A los 53 millones de euros que costó el trazado sumaron 25 millones más y sembraron de 3.700 focos todo el circuito, con una potencia de 5,5 millones de watios, capaces de iluminar 70 campos de fútbol o 1.300 canchas de baloncesto. Y se hizo la luz. "La primera visita nos dejó ciertas dudas, sobre todo porque nosotros mismos nos hacíamos sombras en las curvas y eso nos despistaba, pero solucionaron el problema rápidamente, colocando torres más pequeñas, a baja altura, para contrarrestar esas sombras y ahora corremos como si fuese de día", explica el veterano italiano Loris Capirossi, de 37 años, que mañana cumplirá, en Losail (Doha, Qatar), el gran premio número 300 de su carrera.

25 millones de euros en luz

Se da la circunstancia de que cuando Nasser Bin Khalifa Al-Attiyah, que siempre ha contado con el total apoyo de la familia real qatarí, presentó su proyecto de iluminación durante el Gran Premio de Italia, celebrado en Misano, en el 2007, y le preguntaron cuánto costaría iluminar su trazado, el presidente de la Federación Qatarí de Motos contestó, con cierta sorna y sonrisa: "Cómo son ustedes los europeos, siempre pensando en el dinero. ¿Qué importa cuánto ha costado todo esto? Solo es dinero".

Solo son 25 millones de euros pagados a la compañía norteamericana Musco Lighting, especialista en la iluminación de grandes estadios de béisbol y fútbol americano, que ha convertido, ciertamente, el trazado de Losail en una de las obras actuales más espectaculares del deporte mundial.