Por poco se le cae la persiana del box encima, pero él ni se enteró. No estaba para esas cosas. No tenía el cuerpo para nada más que para celebrar con los suyos tan inmensa victoria. Por eso, tras bajar del podio y atender a la prensa, descendió a su taller, se desabrochó el mono, extendió sus brazos, se colocó en el umbral del box y gritó: "¡Que grandes sois! ¡Viva vosotros!" Y el equipo entero, desde el manager del team , Wilco Zeelenberg hasta Juanito Llança, su mecánico de confianza, pasando por Marcos Hirsch, Héctor Martín , Xavier Ullate y Ramón Forcada, su jefe técnico, lo recibieron con una ovación que no olvidará en la vida. Como tampoco olvidará el silencio sepulcral que se vivía al otro lado del muro, en casa Rossi.

Dicen que fue el jueves cuando Lorenzo vio el lago que hay en el trazado de Jerez. Y dicen que quiso saber su profundidad. "Puedes lanzarte tranquilo", hubo quien le comentó. "Tuve esa idea porque recordé que las grandes victorias, no sé, las conquistas de títulos importantes, la Liga, la Champions, un título mundial, siempre suelen acabar con la gente en la piscina o bajo la ducha", comentó el bicampeón mallorquín. Y así lo hizo. "Claro que no conté con que, una vez sumergido en el agua, el mono ganaría varios kilos de peso y por poco me ahogo", dijo mientras se partía de risa rodeado de los suyos, poco antes de que el inmenso, el fornido, Marcos Hirsch lo levantase con su brazo derecho como si fuese una pluma y, de nuevo, el equipo rompiese en vítores y urras a Lorenzo.

Lorenzo, que hoy seguirá en Jerez protagonizando unos ensayos especiales, confesó anoche que estaba agotado "como nunca". Y dijo que "la adrenalina se ha disparado a lo largo de la carrera y, cuando estas caliente, dejas de pensar". Por eso lo dio todo para cumplir su primer sueño: ganar en Jerez en MotoGP. "El segundo, ser campeón del mundo, lo perseguiré durante todo el año". El mallorquín reconoció estar "flotando, vivo en una nube y sufro como un bellaco para recuperarme de estos esfuerzos, tan físicos como mentales".

El mallorquín volvió a salir fatal. Pasó quinto en la segunda vuelta tras Pedrosa, Rossi, Hayden y Stoner. "Creí que había perdido la carrera". Pero enseguida empezaron a enseñarle la pizarra y vio que le restaba décima a décima al grupito. "Y me dije, ´Jorge, estas en Jerez, hay que intentar ganar´". Y así fue. "Cuando llegué a Vale, no me lo pensé y le pasé enseguida".

Lorenzo apretó los dientes y, sí, a falta de dos vueltas, alcanzó a Pedrosa. Y, entonces, solo entonces, descubrió a un nuevo Dani. "Pedrosa ha puesto esta vez lo que hay que poner para defender su sitio y la verdad es que me lo ha puesto difícil, muy difícil. Ha sido valiente y hoy por ayer ha tenido el valor que le ha faltado otros días, en otras carreras".

El saludo esperado

Pedrosa, que esta vez cruzó saludos y felicitaciones con Lorenzo, que con su mano derecha levantó el brazo izquierdo del tricampeón en el podio ("el pasado está ya olvidado, nos quedan las carreras", coincidieron felizmente ambos), reconoció que lo había pasado fatal en la última parte de la carrera. "Veía la pizarra y veía que mi ventaja desminuía. Pensé: vas a sufrir, va a llegar a ti, te faltará una vuelta, ya veras". Y, sí, cuando llegó hasta Dani, Lorenzo le atacó con decisión. "A saco, sí".

Lo intentó dos veces. La segunda, en la horquilla de entrada de meta, "donde Dani fue muy, muy, valiente". Tuvo que ser en la curva repleta, salpicada, de aceite por una caída multitudinaria de Moto2, donde Lorenzo apostó todo su capital. Y ganó. Fue un interior. "Me defendí como pude", dijo un extraordinario Pedrosa. Y Lorenzo se coronó en Jerez. De la mano de Pedrosa. O con Pedrosa. Y ambos, los dos, dedicaron su carrerón a las madres. "A las madres de todos los motards , gritó Jorge.