No repararon en fiesta, en tracas, en gritos, en aplausos, en brazos, en felicitaciones, en sonrisas. Hasta Jorge Lorenzo y Dani Pedrosa decidieron, por fin (¡Dios, qué gran saludo!), unirse juntos a la fiesta de 122.048 espectadores y millones de televidentes. Lo que el mismísimo Rey de España no logró hace dos años, en Jerez surgió solo, fruto de una auténtica orgía de victorias (tres) y podios (tres más), de una de las matinales más hermosas, fructíferas y lujosas de la muy laureada historia del motociclismo español.

Demasiada gloria para solo 116 minutos y 53 segundos de carreras. Suficiente algarabía para celebrar que Pol Espargaró arrasó en 125cc (su primer triunfo en Jerez), que Toni Elías resucitó de entre los muertos (hacía casi cuatro años que no ganaba) y triunfó en Moto2 y cantar una de las mayores victorias jamás vista en España, la de Jorge Lorenzo que, llegando desde atrás, como ya hizo en Qatar, arrolló a Casey Stoner, fulminó a Valentino Rossi y, en la última vuelta, superó a un prodigioso y dominador Dani Pedrosa, que no tuvo más remedio que rendirse ante el bicampeón mallorquín, que ya se ha coronado como la auténtica --y se diría que la única y más temible-- alternativa al reinado del Doctor . Lorenzo ya es líder.

Tenía que ser en Jerez, no podía ser en otro sitio. No hay otro escenario donde los pilotos, sean de la nacionalidad que sean y, si son españoles aún más, se conviertan en auténticos gladiadores y, como reconocieron los tres triunfadores, Pol, Elías y Lorenzo, decidieran partirse "la cara y, si es necesario, el cuerpo" para ofrecer a su público lo mejor de lo mejor, un carrerón que recodarán mientras vivan. Todos. Y todas las carreras. Todos los finales.

PRIMEROS EPISODIOS La ardiente jornada arrancó con los pitufos de 125cc. Y lo hizo con el dolor de ver por los suelos al magnífico Marc Márquez, que arrancó mal, horrible, desde la pole position y, en la cuarta curva, fue víctima de la rotura del escape de su Derbi, Eso provocó su caída y que se le saliera el hombro derecho. Visita a la clínica y ya está en su sitio.

Espargaró, Terol y el vasco, muy vasco, espléndido, muy atrevido Efrén Vázquez decidieron levantar al público de sus asientos, ponerlos en pie en las laderas, en las montañas. Y lo hicieron con tanto arrojo que Vázquez se cayó. Y, de ahí a la meta, solo hubo un recital de Espargaró, que acabó provocando el delirio del público. Fue Pol quien abrió el camino. Y fue Elías quien acabó subiéndose a la alambrada y queriendo volar sobre las cabezas de sus fans. Porque si Pol ganó a lo grande, Elías, cuyo último triunfo en el gran circo se remontaba a Portugal-2006, venció a lo bestia, pegándose con todos sus rivales, le doliese o no su mano izquierda, sacase chispas o no su pie derecho. Era el día, era su gente, era su asfalto, era la oportunidad soñada tras el peor mes de su vida.

La matinal andaluza, primer encuentro de los cuatro que se celebrarán este año en España (faltan Barcelona, Alcañiz y Valencia), convirtió en príncipes a dos de los pilotos, de los jóvenes, más amados del Mundial de motociclismo. De modo y manera que si el de arriba quería completar la fiesta no tenía más remedio que coronar como rey de reyes de este primero de mayo al muchacho que, precisamente mañana, cumplirá 23 años: Jorge Lorenzo.

TRIUNFO CELESTIAL Y como Giorgio tiene el móvil de Dios, la fiesta pudo ser completa. Arrancó la carrera celestial y, cómo no, Pedrosa huyó, salió corriendo, casi volando. Tanto que hizo la vuelta rápida del gran premio en el segundo giro. Lo nunca visto: depósito lleno, arrancada y, en el segundo paso por meta, el tricampeón catalán establece un nuevo récord. Algo gordo estaba por pasar.

Y ocurrió. Rossi se fue tras Pedrosa, pero jamás le tosió, no pudo alcanzarlo. Quien si voló, con prisas pero con pausa, con agresividad medida, fue Lorenzo. A falta de seis vueltas, dio cuenta de Rossi (¡qué venganza la suya!) y enfiló el colín de Pedrosa. Dani se resistió en dos ocasiones, incluso le cerró la puerta en la horquilla de meta cuando Lorenzo, en una repetición del adelantamiento en el que Rossi fulminó a Gibernau en el 2005, quiso coronarse para la gloria. Cinco curvas después, Giorgio le hizo un interior en una curva de derechas a 180 km/h, la velocidad crucero de Lorenzo, que celebró a lo grande este triunfo en casa.

"Este era uno de los dos sueños que todavía me quedaba por cumplir", confesó tras la carrera, "el otro es un poco más complicado pues es ser campeón del mundo de MotoGP".

"Pienso que cuando uno consigue el campeonato del mundo en la categoría de MotoGP se debe de sentir muy feliz, pero ahora yo me siento muy feliz", afirmó Lorenzo, quien reconoció que tuvo serios problemas para salir del lago cuando se tiró al mismo con el mono de cuero y el casco puesto. Una anécdota más.