- Estudió Graduado Social, en Sevilla, cuando todavía era una carrera muy desconocida.

- Nadie sabía lo que era entonces. Básicamente se trata de un experto en relaciones laborales. Podemos representar incluso a las empresas en los juzgados. Somos como abogados pero en el ámbito laboral. No podemos ir al Tribunal Supremo pero sí al juzgado de lo Social, por ejemplo.

- ¿Y cómo fueron sus inicios en el mercado de trabajo?

- Allá en 1990, una mujer de 21 años en un mundo de hombres... muy difícil. En Extremadura había principalmente unos cinco graduados sociales entre Badajoz y Cáceres, todos hombres claro, y entre ellos se repartían el pastel.

- Y entonces pensó que la mejor opción era montar su propio negocio. Tenía solo 22 años y se convirtió en emprendedora, empresaria y jefa, porque ya tenía empleados a su cargo.

- Yo empecé porque un familiar trabajaba con uno de esos hombres graduados sociales de toda la vida y me introdujo en el sector. Me gustó y decidí emprender. Fue un camino difícil pero apasionante. Era una lucha de poder. Me decía a mí misma: ¿Por qué no voy a ser capaz? Aunque esos hombres de toda la vida de Dios nos pusieron muchas zancadillas.

- ¿Qué situaciones incómodas ha vivido solo por el hecho de ser mujer?

- Te encontrabas con empresarios de poder que querían intimidarte para conseguir cuotas más baratas o para que hicieras más trabajo del que te correspondía. Por supuesto que he recibido presiones. Como si yo tuviera que agradecer tener esos clientes. Yo era joven, pero suficientemente preparada. Ahora ya no ocurre tanto porque yo creo que las cosas han cambiado mucho, y también porque ahora tengo otra edad.

- ¿Y dentro del propio sector de graduados sociales?

- A mí el colegio oficial de Graduados Sociales no me puso ninguna traba cuando me gradué, pero a los dos meses o así hicieron una junta general extraordinaria y yo era el único punto del día. Me decían que yo no podía coger clientes de otros despachos... Una amenaza total y absoluta. Si soy un hombre eso no me pasa, lo tengo clarísimo. Pero de aquello se sale porque sabes que no te pueden hacer nada en el fondo, porque yo estaba actuando de manera correcta.

- Y mereció la pena recorrer el camino, a pesar de las dificultades, porque usted es de esas personas que puede decir que le apasionan su profesión y su puesto de trabajo.

- Yo estoy realmente satisfecha con lo que hago. Me gusta trabajar con pequeñas y medianas empresas y también asesorar a los empleados. La verdad es que cuando te apasiona un proyecto, peleas por él y no lo dejas nunca.