- ¿Refleja el cine, en general, los roles clásicos atribuidos a hombres y mujeres?

- Yo puedo decir que desde que decidí ser actriz hasta que poco a poco he ido trabajando, he ido viendo los productos que se hacían. Y antes de informarme con datos de cuál era la realidad, ya me daba cuenta de que los personajes femeninos solían ser muchísimo más secundarios. Siempre interpretaban a la hija, la madre, la novia, la amante... La trama suele girar en torno a un hombre. Muy pocos proyectos pasan lo que se llama el test Bechdel, que implica que tiene que haber más de dos personajes femeninos que interactúen y que cuando lo hagan no sea para hablar de un hombre. Y hay bastantes series y películas en las que esto no se cumple.

- Pero la mujer ha irrumpido con fuerza en el mundo cinematográfico.

- Es cierto, pero la realidad laboral es que hay muchas menos directoras que directores de cine. No obstante sí estamos viviendo cambios. Lo hemos visto en los premios Goya de este año: de cuatro nominaciones a la dirección novel, tres eran mujeres, no obstante, en la categoría de mejor dirección no había ninguna. Pero se nos tiene que dar espacio desde el principio, desde el momento en que se selecciona un tipo de producto y no otro.

- Porque lo que se proyecta en el cine, lo que sale en la televisión y lo que se representa en el teatro son referentes sociales en los que nos miramos todos.

- Claro. Si todo gira en torno a los personajes masculinos nunca se rompen estereotipos. Yo me he criado viendo referentes audiovisuales, y si esos referentes perpetúan continuamente los clichés habituales, hay un momento en que tú lo asumes como algo normal, como que la vida es así. Entonces yo creo que desde la profesión hay que hacer un ejercicio de responsabilidad en este sentido. Creo que construimos imaginario colectivo, imágenes que se quedan en el subconsciente del público. Si sigues lanzando películas machistas en las que no haces una denuncia del machismo, sino que lo tratas con condescendencia y justificándolo, argumentando que aquella era otra época y que ese personaje era así, pues es complicado avanzar. Pero oye, que a mí me parece muy bien que se hagan películas machistas, que no estoy en contra de eso, pero siempre y cuando se haga también una crítica.

- ¿Y esa perspectiva de género no empieza a estar cada vez más presente?

- Sí creo que se están haciendo cosas. Tenemos ejemplos de directoras y directores que este año han realizado series o películas que precisamente están reivindicando otro tipo de tramas. También, que los protagonistas no sean siempre hombres. Es la forma de poder aportar nuestro propio grano de arena.

- Un ejemplo sería ‘Carmen y Lola’, la película por la que se ha llevado un Goya por mejor actriz de reparto. En ella se refleja la realidad de una parejas de mujeres lesbianas gitanas.

- Ha venido gente a decirnos que gracias a esta película ahora entienden el sufrimiento de personas así. Y que eso pase en familias que son muy conservadoras, que tienen la mente muy cerrada, es un gran avance. Porque no es cuestión de decir que son mala gente, no perdón, es que en ningún momento se les ha planteado otra posibilidad. Es que la sociedad que les rodea les ha dicho: esto es así. Y el cine también sirve para eso, porque empatizas con el personaje.