-Es secretaria general de la Asociación de Ingenierías y Consultorías de Extremadura y su especialidad es la ingeniería civil (lo que antes se llamaba obra pública). Fundó con otra socia la firma Aral Consultoría SL. ¿Qué servicios ofrece?

-Redactamos proyectos, llevamos direcciones de obras, coordinaciones de seguridad y salud, así como trabajos de consultoría en general: medio ambiente, urbanismo...

-Dos mujeres ingenieras en un mundo de hombres. ¿Es difícil?

-Lo cierto es que estamos rodeadas, pero no de ahora, ha sido de siempre, desde que yo empecé a trabajar con 24 años, y ahora tengo 47. Es más complicado cuando la gran mayoría son hombres.

-¿No ha habido evolución?

-Sí, de hecho en una de las obras que llevé en Segovia antes del año 2000 éramos muchas mujeres, además estábamos en puestos de responsabilidad. Lo cierto es que en mi empresa el 80% somos mujeres. Ahora sí que hay más presencia.

-¿Se ha sentido más expuesta en su profesión por ser mujer?

-Sin duda, sobre todo antes. Ahora ya me cuesta menos. ¿Sabes por qué? Porque antes había mucha diferencia generacional. Yo empecé muy joven, ahora a la persona que me encuentro al otro lado de la mesa ya es casi de mi generación. Ser mujer y joven es aún mucho más complicado.

-¿Recuerda algún episodio en el que se haya sentido especialmente vulnerable?

-Algún episodio complicado hay. Por ejemplo, en una obra en Castilla-La Mancha me tuve que marchar, y fue solo por ser mujer. Yo estaba de jefa de obra y me mandaron a otro sitio.

-De alguna manera también influye la poca presencia femenina en el sector.

-Ha cambiado, pero cuando yo empecé a estudiar éramos siete chicas en una clase de más de cien alumnos.

-¿Por qué tan pocas mujeres se sienten atraídas por la ingeniería?

-Quizás porque parece que nuestro cerebro, el de las mujeres, va siempre encaminado a las labores de ayudar: enfermería, médico, maestra... Parece que somos así. Se nos ha encajado de alguna manera en esas labores.

-No fue su caso...

-Quizá porque mi padre era ingeniero agrícola y entonces era algo que me resultaba cercano.

-Influye lo que tienes cerca, los referentes...

-Yo creo que también. Recuerdo que cuando yo estudiaba COU ya tenía claro que quería hacer una ingeniería, me daba igual cual. Lo que pasa es que me decanté por las obras públicas porque en ese momento tenía muchas salidas laborales. Empecé a estudiar en 1989, venían las Olimpiadas de Barcelona en 1992 y era un boom de obra pública.

-¿Cuál es su reivindicación como mujer dentro de su profesión?

-Hay que pelear porque seamos más, hacernos ver, que tengamos más presencia. Así también conseguiremos que nos respeten más.