- ¿Las mujeres son un porcentaje muy minoritario dentro del ámbito notarial?

- En realidad no. Tradicionalmente se asociaba al varón, la típica imagen es un señor mayor de edad, con rostro serio, con su maletín, incluso con bigote. Y ahora ha dado un cambio tremendo. Por ejemplo, yo aprobé la última oposición que se convocó, y en esa promoción éramos 52 mujeres y 33 hombres, es decir, mayoría para nosotras. Y además había dos tribunales, y en cada uno de ellos las mejores notas fueron obtenidas por mujeres. Se está invirtiendo la tendencia.

- Nada que ver con hace un par de décadas o incluso hace diez años. La profesión deja de estar masculinizada.

- Sí, pero es que antes era así porque en este país hubo una época en que estaba prohibido opositar para las mujeres, era requisito indiscutible ser varón. Y claro, esa herencia ha durado mucho tiempo.

- Tiene su despacho en la localidad pacense de Hornachos. ¿La gente se sorprende cuando se llama a un notario y aparece usted, una chica joven?

- Claro. Es que no tengo nada que ver con la imagen tradicional, yo soy una persona muy cercana. La gente me dice que desde luego conmigo no se cumple el dicho de: ‘Eres más serio que un notario’. Pero creo que igualmente influye el hecho de que yo me llamo a mí misma notario, mi empleada, que también es chica, me llama notario. Quizás es también por eso, porque usando ese término siempre esperan que aparezca un hombre. Ya está admitido por la RAE que se pueda decir notaria.

- ¿Y con qué nombre se siente más identificada?

- Pues no sé por qué, pero con notario, quizá por la costumbre, aunque cuando aprobé la oposición, ya en mi título pone notaria.

- ¿Ha sentido que la miraban con desconfianza en algún momento de su profesión por ser mujer?

- No, y lo he comentado con otras compañeras para saber cuál era su experiencia y ninguna me ha dicho que se haya sentido discriminada o cuestionada por ese motivo. No notamos que estemos menos preparadas o que nos miren como si fuéramos menos.

- Influye el hecho de que cada vez haya más mujeres en este sector y se vea con más naturalidad, ¿no?

- Exactamente. Por ejemplo, en los últimos años se intenta que haya paridad en los tribunales de las oposiciones, que están compuestos por siete miembros. Y este año, por primera vez, la presidencia de mi tribunal la ocupaba una mujer. Eso evidencia el cambio tan grande que estamos viviendo.

- Y usted, ¿por qué quiso ser notaria?

- Siempre me ha gustado estudiar muchísimo y me dijeron que ser notario era una profesión muy difícil y que había que dedicarle mucho tiempo a los libros. No tuve duda de que era lo que quería hacer: elegir aquello en lo que hubiera que estudiar más. Además, después ya conocía a mi maestro y él me dijo que para ser notario te tenían que gustar dos cosas: el derecho y la sociedad. Y me encantan las leyes y la gente. Me apasiona cuando las personas vienen con un problema y puedo darles una solución para que se vayan tranquilos, puedo encontrar un cauce para ellos. Yo los veo angustiados, hago mío su problema y me siento muy satisfecha de poder ayudarlos. Hay que tener en cuenta que al notario se viene para cuestiones muy importantes en la vida, por ejemplo, para hacer testamento.