Que el género femenino tiene dificultades a la hora de ascender a puestos directivos en el mundo laboral es una realidad. Lo dice una experta en el ámbito, Teodora Castro Hernández, exsecretraria de la Mujer de CCOO y maestra especialista en pedagogía terapéutica en el colegio Delicias de Cáceres.

El techo de cristal (definido por Morrison, White y Val Velsor en 1987) es una de las metáforas que hace referencia a todas esas barreras que se interponen entre las mujeres y los cargos directivos en el trabajo. Una mirada hacia arriba que impide conseguir las metas que ellas se proponen alcanzar laboralmente hablando. Un concepto que desde los años 80 sigue vigente.

La respuesta de por qué está presente actualmente pueden darla múltiples y diversas causas, pero hay una que prevalece por encima de todo, según Castro: «Seguimos inmersos en una organización social, el patriarcado -donde prima el ser varón por encima de todo-». Después, otra de las variables, donde Castro recuerda las palabras de Rosa Cobo, teórica feminista y escritora, es que el poder es masculino y patriarcal. Lo mismo sucede con la imagen de líder, que está arraigada a la figura del hombre.

El combate del feminismo para acabar con este tipo de sistema está mucho más visible a día de hoy, pero es una tarea ardua ya que lleva siglos en la sociedad en que vivimos, asegura. «El mundo cambiará cuando el feminismo rompa con el patriarcado», sentencia.

En Extremadura sigue muy latente ese techo de cristal. Castro lo analiza, por ejemplo, en el ámbito político, donde permanece intacto en la presidencia del poder ejecutivo, aunque sí se ha resquebrajado en otros sectores. No ha habido hasta ahora una máxima representante del Gobierno regional, no obstante, entre los diferentes cargos directivos sí existe la figura femenina en la presidencia de la Asamblea de Extremadura (es la segunda vez en la historia que ocurre; actualmente esta institución está conformada por 37 dipitados y 28 diputadas) y en la Delegación del Gobierno (es la tercera vez que una mujer ocupa este puesto).

También ha habido mujeres candidatas por dos partidos a ser presidentas de la Junta -dos desde 2015-. Además, en cuanto al Gobierno regional, la portavoz es una mujer y cinco de las seis consejerías son lideradas por rostros femeninos.

En cuanto a los ayuntamientos, el porcentaje de mujeres desde 2007 se ha incrementado por encima de la media nacional. Pese a ello, acorde a los últimos datos del Instituto de la Mujer a 4 de febrero de 2016, las alcaldesas suponen solo un 19,59% del total. En cifras absolutas son 76 mujeres y 312 hombres.

En el área de las diputaciones provinciales, desde el año 2015 la de Cáceres se encuentra a cargo de una mujer y tampoco es la primera, ya había presidido otra anteriormente.

Asimismo, a pesar de que una gran cantidad forman parte de las instituciones, hasta ahora no ha habido ni presidenta del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura ni rectora de la Universidad. Este año hubo una candidata que se quedó a pocos pasos de alcanzar la cima.

Implicación

Teodora Castro se involucró en esta materia tanto que redactó su tesis doctoral sobre ello. El año pasado el Instituto de la Mujer de Extremadura lo editó como libro: ‘Itinerarios de poder y liderazgo. La voz de las mujeres’. El manual recoge la colaboración de diez figuras femeninas en ámbitos de poder y toma de decisiones en política, economía, judicatura y medios de comunicación. De entre todas las que participaron en el estudio, ninguna de ellas se definía como líder, afirma. A pesar de tener todas las características de serlo. El motivo principal que observa Castro es porque, habitualmente, «la definición de líder se asocia a la de liderazgo masculino».

Que en la región hay mujeres líderes -Castro prefiere llamarlas lideresas- está claro, a pesar de que ellas no lo sepan. Según la experta, a ser líder se aprende. «Nadie nace con características únicas para serlo», añade. En esta línea, «y derivado de un sistema androcéntrico -visión del mundo que sitúa al hombre como centro de todas las cosas-, las conductas de liderazgo que desarrollan los varones se convierten en el modelo de referencia tanto para ellos como para la figura femenina». Por lo que la mujer no tiene ejemplos de líderes de su mismo sexo.

A su juicio, sugiere que una de las vías para terminar con el techo de cristal puede ser la elaboración de una normativa. En política ha resultado ser la más efectiva (ley de paridad) pero en el ámbito empresarial hasta no tener 250 trabajadores y trabajadoras no se elaboran planes de igualdad. En este caso sería oportuno acotar la obligatoriedad o, en su defecto, hacerla cumplir, «ya que no en todas las entidades se lleva a cabo».

Otra medida que plantea, allí donde no llega la legislación -partidos políticos o sindicatos, por ejemplo- es «avanzar hacia entidades socialmente responsables con la igualdad de género».

En palabras de Castro, «la losa está rota en algunos ámbitos, cada vez se está consiguiendo más. Pero aún queda mucho por hacer». «Tengo la esperanza de que las mujeres lo quebraremos, aunque para ello es necesario que el espacio público deje de ser masculino y excluyente», concluye.

El sector público pierde empleadas

La situación laboral de las mujeres ha variado en los últimos tres años. Dentro del sector público cada vez disminuye más la figura femenina mientras que en el privado se incrementa. Los datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística de 2016 señalan que las que trabajaban en el ámbito privado sumaban 79.700 mientras que las del público eran 48.300. Sin embargo, en el último trimestre de 2018 las empleadas del privado incrementaron de manera significativa hasta alcanzar las 85.400 (muchas de ellas se han convertido en autónomas), pero el sector público perdía 100 mujeres.

3ª región con menos brecha

Y en cuanto a la brecha salarial, aunque en Extremadura se registra la tercera más baja de toda España, está igualmente presente. La diferencia de sueldo entre hombres y mujeres es de 4.200 euros anuales. La región es también donde ellas obtienen menos ganancias económicas de todo el país. En la media anual, la cifra es de 17.360 euros al año mientras que ellos reciben 21.554 euros. La distancia es del 19,46%.

Otra evidencia más de que la comunidad debe tener como objetivo acabar con las desigualdades y romper el techo de cristal.