- Formó parte de la segunda promoción de la que entonces se llamaba Escuela de Ingenierías Técnicas Industriales de Badajoz. ¿Cuántas compañeras tenía en clase?

- Éramos seis entre los dos cursos, tres españolas y tres portuguesas. Y había en total 150 alumnos.

- ¿Y ahora qué proporción hay en las aulas?

- Según me cuenta el director de la escuela, está en torno al 19 o el 20%.

- No ha cambiado tanto...

- Pues no. Todavía estamos muy lejos de alcanzar las cotas normales que deberían existir en una sociedad igualitaria. Pero es que yo creo que la visión desconocida o equivocada de las tareas profesionales de la ingeniería influye mucho a la hora de descartar esta profesión por parte de las mujeres.

- ¿Usted por qué eligió esta carrera?

- Las materias que más me atraían en Bachillerato eran Matemáticas y Física, de manera que yo quería hacer una carrera de ciencias. Las clásicas que elegían las mujeres como Enfermería o Magisterio no me llenaban para nada. Y gracias a un profesor que tenía en el instituto que me prestó un libro de asesoramiento de estudios universitarios, vi que esta era la carrera que más encajaba con mis gustos.

- Y su decisión sorprendió...

- De hecho había alguna paisana que hasta hace pocos años me preguntaba que qué tal la escuela... como si yo fuera maestra. Mi padre fue el primero que no lo entendió. Y cuando terminé la carrera y no encontraba trabajo me decía que tenía que haber estudiado Magisterio... Pero después se alegró mucho porque me veía ilusionada con mi trabajo y mi profesión.

- Y siendo tan pocas en clase, ¿vivió alguna desigualdad?

- Yo creo que no, más bien al revés, nos cuidaban.

- El problema real vino a la hora de insertarse en el mercado laboral, ¿no?

- Ahí ya sí vino lo gordo. Buscaba por todas partes y no encontraba nada. Tengo varias anécdotas muy desagradables y muy tristes. Por ejemplo, llamé por teléfono a una empresa de Mérida porque vi una oferta de trabajo en el periódico. Me preguntaron que si era para mí y cuando dije que sí, me dijeron que no, que no estaban interesados. Y otro caso fue en la obra de la central nuclear de Valdecaballeros. Cuando terminé la carrera estaban los trabajos en marcha y acudí allí tres veces porque había puestos en los que yo sabía que encajaba perfectamente, pero nunca me seleccionaban. Hasta que ya me dijo alguien de confianza que el jefe de obra había dicho que no me volviera a presentar porque mientras él mandara, allí no entraba ninguna mujer.

- Pero al final encontró su espacio en el mercado laboral.

- Hice algunos proyectos por libre, pero desde 1985 trabajo en la Junta de Extremadura.

- Y ahora es de las pocas decanas de un colegio oficial de Ingenieros Técnicos Industriales. En su caso, del de Badajoz.

- Solo somos tres en toda España.