-Se está intentando que las administraciones apuesten por lo que se llama arquitectura y urbanismo inclusivo. ¿Qué implica este nuevo concepto?

-Que no hay que mirar solo un aspecto de la arquitectura y el urbanismo, sino muchos, que exista un concepto global. Cuando se diseña una ciudad no solo hay que pensar por dónde van las calles, por dónde pasan los coches y dónde se pueden aparcar, sino en las personas que habitan esa ciudad, y cuales son las necesidades reales de cada una de ellas.

-¿El concepto significa, por ejemplo, que personas en silla de ruedas también puedan pasear o hacer turismo por el casco antiguo?

-Ese es solo uno de los aspectos, el de la accesibilidad, donde también se incluye que las personas mayores puedan hacer uso de la ciudad y que no se convierta en un verdadero drama. Pero otro también es que si venimos de cenar con nuestros amigos, vamos solas y pasamos por el casco antiguo, no nos de miedo porque la zona no está suficientemente iluminada, porque hay recovecos o inmobiliario que impiden la visibilidad. En este caso estamos hablando de perspectiva de género. También, que los niños y jóvenes tengan espacios para jugar y relacionarse. Que podamos acceder con facilidad a los distintos servicios, en general, que se tenga en cuenta el uso de la ciudad desde los distintos roles: productivos/reproductivos.

-En cuanto a la perspectiva de género, esta también se debe aplicar a la arquitectura y al urbanismo, aunque todavía esa fórmula no se entienda realmente bien.

-Yo a veces contesto de broma: ‘Significa que vamos a pintar todas las calles de morado porque estamos todas locas’. Las mujeres utilizamos la ciudad de otra manera, por ejemplo, somos más usuarias del transporte público, de manera que debe reforzarse la diversidad de los modos de transporte. Los roles de cuidadoras que realizamos hace que tengamos más desplazamientos, y estos son más erráticos, por lo que todos los usos deben estar mezclados, en vez de separados: que no haya una zona solo de servicios, otra solo residencial, solo administrativa, solo comercial... Con ello se mejora la calidad de vida. El diseño de la ciudad debe ser amable y seguro para todos: la iluminación ha de ser sostenible, pero también proporcionarnos seguridad y visibilidad. Los espacios urbanos han de contar con arbolado, que los hacen más confortables, pero han de tener igualmente un diseño y una ordenación que permita la visibilidad para poder discurrir por ellos de forma segura.

-¿Y estos aspectos se tienen en cuenta?

-Hay que intentar poco a poco ir haciendo cambios, pero es una labor muy ardua, solo se van introduciendo pequeñas pinceladas. De vez en cuando hay algún proyecto. Pero por lo menos ahora cuando se habla de ello ya no suena como algo raro. Y eso es importante. Los planes generales actuales no se han diseñado contemplando estos aspectos, pero…. todo se andará.

-¿La arquitectura inclusiva debería ser una especialidad?

-Yo estoy especializada en Urbanismo. La perspectiva de género y la inclusión son una sensibilidad, y mejor que una especialización debería plantearse como un aspecto transversal más, algo que deberíamos asumir con naturalidad, como hemos ido integrando y sensibilizándonos con el aspecto medioambiental de cualquier proceso, por poner un ejemplo. Yo empecé a interesarme, de forma gradual, porque fui siendo consciente de que realmente existen carencias importante en este sentido.

-Una última pregunta con respecto al lenguaje. ¿Se siente identificada con el término arquitecta?

-Al principio cuando me decían arquitecta yo enseguida contestaba: ‘Oye perdona, que en mi título pone arquitecto, que yo soy una mujer arquitecto’. Mientras estudiaba la carrera me sentía una más, no percibía diferencias. Es con el tiempo, cuando accedes al mundo laboral, a la crianza, y a otros aspectos de la edad adulta, cuando te das cuenta de la importancia del uso del lenguaje, y no es menos ser arquitecta que arquitecto. Es importante reivindicar nuestro espacio para que nos tengan en cuenta, porque la realidad no es tan igualitaria, ni en lo laboral, ni en lo social, ni en lo lúdico. Ni tampoco en lo urbano. Y poco a poco eres aún más consciente cuando lo hablas con otras compañeras y se va llegando por distintos caminos a las mismas conclusiones: tenemos que conquistar una espacio urbano de todos para todos.