Las malas vibraciones que emitía España tras perder por 1-5 ante Holanda eran las mismas que desprendía Portugal al caer ante Alemania (0-4). Pero el vecino peninsular tuvo la fortuna de empatar ante Estados Unidos en el último minuto del tiempo añadido y agarrarse a un fino pelo de vida. Tan delgado que las expectativas son negrísimas, cercanas a 2un milagro", como reconocía la prensa lusa.

Portugal no solo necesita ganar a Ghana. Necesita golear por una diferencia que oscila entre los 5 y los 8 goles, respectivamente, dependiendo de si vence Alemania o Estados Unidos en el otro partido, para sufragar la diferencia de goles que tiene. Hay dos inconvenientes más: Ghana puede clasificarse si vence y Alemania y EEUU se garantizan la clasificación si empatan. Al frente de cada equipo, Joachim Löw y Jurgen Klinsmann, compañeros y seleccionadores germanos en el 2006. "En mi carrera nunca he sospechado de que mis colegas pudieran jugar para empatar", dijo Paulo Bento, el entrenador luso.

Sufrimiento

Un sofocón pasó Cristiano Ronaldo en la húmeda selva de Manaos por el desgaste del partido y por el desenlace. Una experiencia para olvidar en la que se despidió de muchas cosas: de sus aspiraciones de destacar en una gran competición, puede que de la posibilidad de revalidar el Balón de Oro. Y de la tranquilidad de las vacaciones. Los problemas físicos que le acompañaron en el final de temporada con el Real Madrid y que no ha solucionado con Portugal le tendrán en manos de los médicos. Más le valdría seguir sus consejos para volver a ser quien fue.

Despedida precipitada

Ahora es un alma en pena, incapaz de ser trascendente en una selección que depende casi exclusivamente de él. Cuando chutó a portería, lo hizo con la precipitación y la crispación del que sabe que solo podrá redimirse en una actuación puntual. La del centro del gol que cabeceó Silvestre Varela, a quien apodan El Drogba de Caparica , más por su parecido físico que por su prestigio goleador. Antes, al principio, había marcado Nani.

Cristiano se marchó del campo en cuanto el árbitro pitó el final. Sin saludar a compañeros ni felicitar a los rivales, como quiere la FIFA, para fomentar una imagen de deportividad que Cristiano supedita en función de su estado de ánimo. Y anda por los suelos.