Llevan mucho tiempo persiguiéndolo, pero siempre habían topado con alguna desgracia, fuera en forma de penaltis o del típico mal partido que te envía a la calle. En Rusia, la talentosa Croacia de Modric y Rakitic se encuentra en el buen camino. Rozó la hecatombe ante Dinamarca en los octavos pero esta vez la fortuna cayó de su lado. Hoy espera la anfitriona. Si pasan a semifinales igualarán a sus referentes, aquella generación que acabó tercera en el Mundial de 1998. Solo la Francia capitaneada por Deschamps y liderada por Zidane pudo con ellos.

La nostalgia y el orgullo se apoderan de los balcánicos al recordar aquella edición disputada en tierras francesas. Era el primer Mundial de Croacia como país independiente tras un convulso conflicto que marcó la infancia de los actuales componentes de la selección. El camino empezó en la fase de grupos en la que solo perdieron contra Argentina. En los octavos tumbaron a la Rumania de Hagi, Galca y Popescu gracias un gol de Suker, que acabaría siendo el ‘pichichi’ del torneo. El éxtasis llegó en los cuartos con un inolvidable 3-0 a Alemania en Lyón.

Robert Jarni, exjugador del Madrid, Juventus y Betis firmó el primer gol con un zurdazo justo antes del descanso. «Marqué en el mejor minuto posible. También expulsaron a un defensa alemán. Veíamos la revancha cerca. Después marcaron Vlaovic y Suker. Fue maravilloso. Echo mucho de menos esos momentos en el césped», confiesa el antiguo carrilero, que sigue el Mundial en Split junto a su mujer y sus hijos. Internacional 81 veces, dirige ahora a la selección croata sub-18.

Aquel triunfo supuso la consagración y el inicio del declive de una generación portentosa, una situación similar a la actual. «Me han preguntado mil veces por esa comparación. Es una generación que se parece mucho a la nuestra. Hay cinco o seis jugadores que están en los mejores equipos del mundo, pero no han ganado nada con su selección. Exactamente como nosotros», cuenta Jarni.

El héroe de aquella generación, el exmadridista Suker, preside la federación croata desde el 2012. Boban, el fantástico exjugador del Milan y capitán en 1998, cree que ese éxito «ha pesado como una losa» para la hornada actual. «Siempre pensé que aquello sería irrepetible para el fútbol croata, que solo pasaría una vez en la vida», explica. Boban fue el ídolo de Modric, el actual capitán del equipo ajedrezado. «Ganar el Mundial es casi impensable, sería como el cuento de hadas más bonito. Levantar la Copa sería increíble para mí como capitán», dice el centrocampista del Madrid, que ha vivido todas las desgracias de su selección desde el 2008.