Los flases suelen ser para otros jugadores más mediáticos, como Griezmann, Mbappé o incluso Pogba, su compañero de posición. Pero existe un hombre que destaca por encima del resto en la finalista del Mundial, un jugador que representa como nadie el estilo sólido y obrero que caracteriza a la Francia de Didier Deschamps. Ngolo Kanté (París, 27 años) es el pulmón de los bleus, el futbolista que todo entrenador querría tener en su equipo. Con permiso de Sergio Busquets, es el mejor mediocentro del mundo.

Puede que en esa incansable labor tenga mucho que ver la infancia del futbolista. Con solo 7 años Kanté caminaba sin parar por los suburbios de París en busca de chatarra para reciclar. Su familia, de origen maliense, era muy pobre y su esfuerzo tuvo que multiplicarse cuando murió su padre. Ngolo tenía solo 11 años y ocho hermanos.

Ahora sigue corriendo, pero en el césped. Es el jugador que más balones ha recuperado en el Mundial (48) y el hombre que más kilómetros lleva (62,7), por delante de Griezmann (54,9), Varane (53,5), Lucas (52,4) y Pogba (48,5). Pero no solo corre; Kanté también distribuye con criterio (317 pases). Nunca se complica. Es la eficacia en persona. Observar los movimientos de Kanté desde la perspectiva que otorga la tribuna de prensa permite comprobar el trabajo salvaje del pivote. Francia está en la final del domingo por muchas cosas, pero una de las más importantes es por la presencia del futbolista del Chelsea en su equipo.

A Brasil le faltó Casemiro en el duelo ante Bélgica y acabó siendo una baja notable. Los bleus tuvieron a su particular escoba, que sostuvo al equipo en los momentos de más agobio. Se multiplicó el pequeño Kanté para acudir al rescate de su selección con ayudas en todas las partes del campo. Su compañero de equipo Hazard, que le llama «la rata» con todo el respeto, causó un cortocircuito que requirió de sus mayores esfuerzos. Mientras algunos futbolistas pasaban después del encuentro por la zona mixta del estadio de San Petersburgo como si fueran Carl Lewis, empezando por Umtiti, otros se detenían con paciencia. Kanté era uno de ellos. Educadísimo y con esa cara de buena gente que siempre le acompaña, cortó su charla con su amigo Mendy y atendió a los medios franceses sorprendido por tanto interés.

Trabajo, esfuerzo y humildad son la base de su discurso y de su juego. Más dicharachero era Pogba, con quien forma una pareja extraordinaria. Pura energía. «Estamos haciendo un gran torneo en defensa. Lo hemos trabajado mucho en estos dos años. Somos un bloque unido y solidario, pero aún no hemos ganado nada», dijo el jugador del United. Pogba se expresa en un español muy notable. Lo practica en casa. Su novia es la modelo boliviana María Zulay, quien estará el domingo en la final. «Kanté debe tener 15 pulmones. No entiendo cómo puede correr tanto. Yo soy más alto, pero el grande es él», bromea el astro francés, que mide 1,91 metros, 23 centímetros más que el pequeño Ngolo (1,68).

«Es un gigante, el más grande en su posición», resume Deschamps, que guarda un especial cariño por su jugador. Lo mismo que todo el vestuario. Siempre bien ubicado, Kanté reúne las virtudes que necesita un buen pivote. Corta, distribuye, ocupa espacios, releva a sus compañeros... Es normal que el PSG le quiera para cubrir la posición en la que tiene más carencias.