Mientras Cristiano Ronaldo le hacía un triple a De Gea, y reforzaba sus opciones a revalidar el Balón de Oro, en el hotel de concentración de la Canarinha en Rostov, Neymar Jr. se teñía los rizos de rubio.

En el 2002, Ronaldo se inventó un peinado aberrante las horas previas de la final de Corea y Japón para que se hablara de su extraña opción capilar en lugar de su maltrecha rodilla y del ataque epiléptico que había sufrido cuatro años atrás la madrugada anterior a la final contra Francia. En el 2018, el nuevo look del ahora crack indiscutible de Brasil busca lo contrario: monopolizar una atención de la cual es adicto.

Por mucho que el seleccionador Tite y los pesos pesados brasileños prediquen el discurso de la unidad, de la cohesión y del sacrificio, Neymar, como siempre, mantiene una agenda propia en este Mundial, que inicia hoy en un duelo, a priori, desigual con Suiza.

Ganar el Hexa le permitiría acceder a la galería de los súper cracks brasileños, que cuenta con Zico como único integrante sin cetro mundial. Sin embargo, el 10 del PSG sabe que, en su país, no puede rivalizar con el legado de Pelé, o más contemporáneamente con el de Ronaldo, por eso se centra en metas que alimenten la egolatría que le llevó a hacer insoportable su convivencia bajo el reinado de Messi en Barcelona.

LA FE DE TITE / Neymar vive obsesionado por el Balón de Oro. En el Mundial le toca responder para tener opciones. Su año empieza hoy en Rostov y se extenderá, como máximo, hasta el 15 de julio en el estadio Luzhniki de Moscú, donde se jugará la final.

A su favor están tres meses de inacti vidad en citas oficiales, por la operación en el quinto metatarsiano del pie derecho, de la cual extendió su recuperación para no tener que volver a jugar con el PSG. Llega al debut mundialista oxigenado y con un bajísimo kilometraje en las piernas. Este es el gran diferencial que pretende explotar. El discurso oficial brasileño es de cautela. «Aún no está al 100%, pero como es un privilegiado físicamente está en un nivel suficiente para poder realizar un gran partido», apunta Tite, que reconoce que «está mejor de lo que nos podíamos imaginar en esta altura».

Alrededor de Ney, Tite ha creado un equipo sutil, con un nuevo cuarteto ofensivo, en el que compartirá obligaciones ofensivas con Willian, Philippe Coutinho y Gabriel Jesus. Esta es una formación que materializa las esencias tradicionales del fútbol brasileño y reafirma el renacimiento de una seleçao, que en dos años con Tite, se está desquitando de la herencia maldita del 1-7 contra Alemania, un resultado que traumatizó un país. «Somos un equipo fuerte, con calidad individual y con un estilo consolidado. Podemos postularnos al título, llegamos con la paz y la convicción que nos da haber hecho una preparación muy fuerte».