El desastre de España ante Rusia vino acompañado de más desgracias. Andrés Iniesta no volverá a vestir la camiseta de la selección. Era algo esperado, pero no por ello menos doloroso. El héroe de ‘la Roja’ campeona del mundo en el 2010 se despidió de la peor forma posible. No solo cayó en octavos, sino que además fue suplente. Sus lágrimas finales anticipaban ya ese final. «Es una realidad que es mi último partido con la selección. Se acaba una etapa maravillosa. A veces los finales no son como uno sueña», reflexionó la leyenda.

Se esperaba alguna novedad en la alineación de Fernando Hierro para el duelo ante Rusia después del nefasto partido ante Marruecos. El técnico debía intervenir de una vez. Casi mejor que se hubiese quedado quieto. El exjugador del Madrid tuvo la ocurrencia de dejar en el banquillo a su mejor futbolista. El astro manchego pasó por la misma situación que vivieron Xavi (suplente en Maracaná hace cuatro años ante Chile) y Casillas, sacrificado en la Eurocopa pasada.

La decisión se recibió con incredulidad en todo el estadio. «¿Dónde está Iniesta? ¿Qué le pasa? ¿Por qué no juega?». Esas preguntas pasaron por la cabeza de los 2.000 españoles presentes en el Luzhniki, pero no las formulaba cualquiera. Era Marco van Basten, actual responsable de la innovación tecnológica de la FIFA, campeón de la Eurocopa de 1998 con Holanda ante la URSS y ganador de tres Balones de Oro. El fantástico exdelantero no entendía nada y aprovechaba la cercanía de la prensa española para buscar explicaciones a algo inexplicable.

Mientras preguntaba Van Basten la selección calentaba en el estadio. Andrés saludaba al exazulgrana Luis García y charlaba con Iago Aspas. Durante la concentración Hierro había asegurado que la selección «era una familia» y por ese motivo «no iba a dejar tirado» a De Gea. Más fácil le pareció prescindir de Iniesta, que no se perdía un partido en un Mundial por decisión técnica desde el 27 de junio del 2006 contra Francia. «Mi más sincero agradecimiento a un profesional ejemplar, a uno de los mejores de nuestra historia. Lo que le he dicho queda entre él y yo», dijo el técnico al ser cuestionado por el castigo.

La elegancia del mito

La broma del malagueño duró más de una hora. A los 66 minutos entró el nuevo jugador del Vissel Kobe por su Silva, al que dio un beso. Pronto se convirtió en el faro del juego. Fue el momento de mayor alegría para los hinchas, que solo habían disfrutado antes con el ‘Viva España’ de Manolo Escobar.

Llegaron los penaltis y Andrés marcó el primero. No quiso ni mirar en el tiro de Aspas, como si supiera la desgracia que ya se había gestado con Koke. Pero todo empezó con su suplencia, un sacrilegio por el que jamás pasaron Maradona, Pelé o Cruyff. «No me sentí señalado. El entrenador toma decisiones más allá de que las comparta o no», valoró el genio. Siempre elegante, siempre correcto.