En Ciudad del Cabo, en la punta sur de Africa, está España, preparada para librar esta noche un duelo de puro fuego ante el Portugal de Cristiano Ronaldo (20.30 horas, Telecinco). La península ibérica reunida donde se cruzan dos oceános, el Atlántico y el Indico, para ganar un partido que marca la frontera del bien o del mal. Por eso, es puro fuego para la selección de Vicente del Bosque que llegó al Mundial en una alfombra roja, rodeada de elogios y halagos sin fin, hasta que Suiza se la quitó bruscamente en Durban.

Desde entonces, España vive atormentada sin dar lo mejor que tiene: su fútbol moderno, coral y eficaz, el que le llevó a la conquista de la Eurocopa, el mismo que le hizo ser hace un par de semanas considerada de forma unánime como una de las grandes favoritas del torneo. Sin alfombra, y con un vértigo visible tanto en su juego como en su mente ante Honduras y Chile, España nunca ha sido la verdadera España.

Atormentada y presionada se presenta hoy en Ciudad del Cabo para disputar unos octavos de final del Mundial, poco premio para quien ha viajado hasta el sur de Africa para acabar con un largo siglo de depresiones futbolísticas y erigirse en campeona del mundo. Pero depende de que se encuentre lo antes posible. Hoy mismo. Si derrota a Portugal tendría el camino despejado hacia las semifinales (Paraguay o Japón serían su rival en cuartos), pero son tantos años y tantos Mundiales haciendo las mismas cuentas de la lechera que jamás se han cumplido, que bastante tiene ahora con liberarse de esa presión. España entró como un cohete y ahora todos dudan de ella. Da la sensación incluso que se espera su caída inmediata como si el país no resistiera tanto éxito consecutivo de La Roja, transformada en un fenómeno sociológico en el 2008, vista ahora como una gran incógnita.

DEBATES Y DUDAS A Del Bosque, una buena persona, un técnico sensato, le reprochan todo. El primero es Luis Aragonés, su antecesor, que no le deja vivir tranquilo en el torneo, a pesar de él que ha eludido el conflicto directo. A Del Bosque le reprochan todo y de todo, básicamente, el uso del doble pivote: la cohabitación entre Sergio Busquets y de Xabi Alonso.

Aunque el principal problema es que dos pilares del equipo (Xavi, el cerebro, y Torres, uno de sus goleadores) no han estado como se esperaba. Aún así, Del Bosque no se ha dejado arrastrar por la angustia que envuelve a cualquier técnico en un torneo tan corto, tan exigente y tan duro en el plano psicológico. Poco a poco, ha ido levantando el tejido emocional de unos jugadores que acabaron derruidos tras Suiza. Incapaces de entender lo qué les pasó en el primer partido. Jugaron bien y perdieron. Después, no jugaron tan bien y ganaron. A Honduras y Chile, eso sí. Lo mínimo, vamos.

Hasta ahora ha tenido más que suficiente para colocarse en octavos de final, una barrera que no superó, precisamente Luis, en Alemania-2006. Camacho sí que llegó a cuartos en Corea-2002, pero entonces era otra España, la que nunca ganaba nada.

Hoy es el día. O se desmelena y acaba con Cristiano Ronaldo o vuelve a casa dejando escapar una ocasión histórica. Una de esas que nunca se perdonará.