La fiebre naranja que mantiene a Holanda desde hace un mes obsesionada con el título mundial alcanzó ayer su temperatura récord. Literalmente. En un país totalmente disfrazado de naranja, desde coches a compradores en las calles comerciales, desde casas enteras hasta chimeneas, vacas y terrazas de bares, los termómetros pasaron de los 35 grados. Por la noche, fuertes tormentas con lluvias torrenciales hicieron caer las temperaturas en picado. ¿Una premonición? No para los holandeses, convencidos de que este es su año, que no le toca otro trauma, como las derrotas en las finales de 1974 (ante Alemania) y 1978 (con Argentina). O más que convencidos (un 67 por ciento cree en la victoria), los holandeses están ansiosos, deseosos de acabar ganando a una España "que juega mejor".EnloquecidosHace décadas, Holanda se reía de imágenes de celebraciones futbolísticas que llegaban desde países latinos, de Suramérica y la Europa mediterránea, o desde Africa. Pero desde hace tiempo son los propios holandeses los aficionados más enloquecidos del mundo. Ningún país se vuelca tanto con la selección nacional.La semifinal ante Uruguay la vieron un récord de 12,3 millones de personas, que quiere decir que solo 4 millones de holandeses --entre ellos seguramente los más jóvenes y mayores-- no vieron el partido. Miles de aficionados consiguieron los últimos días entradas y billetes de avión para asistir a la final, para unirse a los que llevan días o semanas en Suráfrica. Presienten que vivirán un momento histórico. "España tiene más calidad, pero si hemos ganado todo hasta ahora, incluso a Brasil, y si Sneijder dice que van a regresar con la Copa, ¿por qué no los vamos a creer?", es el argumento que más se escucha.CelebraciónTanta confianza hay, que ya está planificado al detalle la celebración, el martes en los canales de Amsterdam, donde los jugadores pasarían en un barco entre el millón de personas que se esperan. Mucha gente ya pidió la semana pasada fiesta en el trabajo para ese día, nadie quiere perderse una fiesta histórica. Pueblo con fama de frío, tolerante y razonable, los holandeses han dejado estos días todos los matices, incluso los periódicos más serios. Una ola de color naranja se ha apoderado incluso de los más críticos. Buscando alguna rivalidad con España, que apenas la hay, casi todos los diarios han regresado más de cuatro siglos en el tiempo, recordando al nefasto duque de Alba que aterrorizaba los Países Bajos. Y los hay que recuerdan el espectacular 12-1 de España a Malta, según los holandeses un "partido comprado" que dejó a su país fuera de la Eurocopa del año 1984.