Pitó el final el guatemalteco Carlos Batres y se quedó parado en el punto de penalti. De rodillas y con los brazos alzados, mirando al cielo, Iker Casillas descargó toda la adrenalina. Al fin, lo había conseguido. Había vuelto a ser él. Inmediatamente después, todos sus compañeros se dirigieron corriendo hacia el capitán para festejar la victoria. Villa había marcado el gol, Iniesta había puesto la magia y Pedrito llevó la confusión al rival. Pero Casillas había vuelto a ser él.

Esa imagen, con todos los jugadores españoles rodeando a Casillas para celebrar el triunfo ante Paraguay, permanecerá siempre en el recuerdo. "Ha sido un partido de infarto, el más difícil del Mundial. Ahora hay que estar tranquilos porque estamos llamados a hacer grandes cosas. Hemos sufrido más de la cuenta", dijo el meta.

"Actuacion salvadora"

Iker también ha sufrido más de la cuenta en este Mundial. No había cometido errores importantes, pero se le notaba más frío, más distante que en otras ocasiones. Después de una discreta temporada en el Madrid, Del Bosque le había mantenido en la portería de España y no estaba aportando seguridad. Ayer cambió todo. "Ha tenido una actuación salvadora, con dos paradas magníficas. Ha sido decisivo", valoró el seleccionador.

La relación con Sara Carbonero había trastocado la concentración del meta, que no acaba de acostumbrarse a ser protagonista de la prensa del corazón. En el campo no estaba fino, pero los cuartos de final son la ronda favorita de Iker. Fue el héroe en el duelo ante Italia de la Eurocopa y ayer repitió éxito parando un penalti decisivo a Cardozo y desbaratando una ocasión en la recta final.

En el 2008, el capitán apareció para borrar el pasado de un plumazo. En un duelo inolvidable ante Italia hizo varias paradas de mérito en el partido y en la tanda de penaltis detuvo los tiros de Di Natale y De Rossi. Ayer fue Cardozo quien topó con él. El muro de los cuartos volvió a caer y el futuro promete.

Casillas paró y Villa decidió. El resumen de la clasificación. Cuando el asturiano rompió la muralla paraguaya, España ya tenía el triunfo en el bolsillo. Solo faltaba un último empujón y lo dio Casillas al desviar un tiro de Santa Cruz.