Tienen su vida en Alemania y su corazón en España. En 40 años no han cambiado sus sentimientos. Manolo Carrascal y María Mayal siguen siendo tan españoles como el primer día, pese a vivir desde el 70 en Alemania, tener un hijo y un nieto teutón y pasear por las calles de Ludwigshafen, al sur del país germano y a unos 240 kilómetros de Munich.

Entre la ciudad de la química e Higuera la Real, en la provincia de Badajoz, pasan el año. Los dos emigrantes extremeños viven de manera muy especial cada duelo futbolístico que enfrenta a las selecciones de España y Alemania, aunque con un deseo claro: "Que gane siempre la roja".

Alemania, años 70

Mientras el brasileño Pelé goleaba a Italia en México 70, Manolo emigró junto a dos amigos, al país de la campeona mundial del 74, Alemania, "con la idea de estar un año y ya llevo cuarenta-Me gustó tanto el sistema alemán que me quedé allí. Su forma de vida, de trabajar y su organización. Te respetan y se dan a respetar", asegura.

Se instaló en la ciudad más industrial de Alemania, en la que nació el antiguo canciller Helmut Kohl. Con unos 160.000 habitantes, similar en número a Badajoz, Ludwigshafen está marcada por tener uno de los puertos más importantes del río Rin, y por ser el núcleo de la empresa BASF, en la que Carrascal trabajó hasta su jubilación.

Unos años después de su marcha, llegaría María tras casarse con Manolo. "Si te integras en Alemania es un país muy bonito, sin el tapeo de España, pero se vive bien", explica ella, muy agradecida a su tierra de adopción. Ambos echan la vista atrás para recordar que lo peor para él fue "el idioma, que al principio cuesta", y para ella, "estar lejos de mi familia a la que siempre he estado muy apegada".

Unas cuatro veces al año, la pareja recorre sin el más mínimo cansancio, los 2.202 kilómetros que separan ambos mundos. En un lado, para ver al hijo de ambos, José María, su mujer Paula, nacida en Zorita (Cáceres) y su primer nieto. "También son seguidores españoles y celebran las victorias de la roja en una fuente de la ciudad vecina de Mannheim", subraya María. Al otro lado les espera la familia en tierras extremeñas, entre Higuera la Real, Segura de León y Fregenal de la Sierra.

Llegan al campo de fútbol higuereño ataviados para la ocasión. El con la elástica española y ella con la alemana, junto a una réplica del balón "Europass", que Fernando Torres golpeó a la red para dar a España ante Alemania el título de la Eurocopa 2008 de Austria y Suiza.

Ambos subrayan que cada duelo entre unos y otros genera muchas anécdotas. En la Eurocopa de Francia 84, los alemanes cantaban victoria con el 0-0 "y me estaban diciendo que me despidiera del campeonato porque España iba a ser eliminada- ¡cuando apareció Maceda en el último minuto y ganamos!", dice Manolo emocionado.

Hace dos años, les tocó vivir en Alemania la final de la Eurocopa, "y yo hice una paella en el campo explica María. "Mis amigos me dijeron que estaba celebrando el triunfo español antes de tiempo, pero se equivocaron y al final lo festejamos a lo grande".

En décadas anteriores, los extremeños estuvieron más arropados en Alemania por inmigrantes gallegos y andaluces, que tras un tiempo hicieron las maletas y volvieron a casa. El choque de anoche tocaba verlo en el Bar El Pensionista de Higuera la Real. María apostaba por una victoria de España, "para repetir la historia de la Eurocopa de hace dos años", mientras Manolo no lo tenía tan claro. "Los alemanes también son muy fuertes y nos pueden dar un disgusto".

Al final de cada España-Alemania, contactan con Marcus, ex compañero de trabajo de Manolo. Como de costumbre, el aficionado perdedor envía un mensaje de enhorabuena al vencedor. Por encima de la competitividad del fútbol y las diferencias de países, está el cariño, que María y Manolo han encontrado tanto en Alemania como en España.