Ya no puede estar seguro uno ni en su propia casa. Eso es lo que debe pensar la pareja formada por Florentino Medina y Ana López, vecinos de Talayuela, que en la madrugada del lunes al martes sufrieron un robo en su domicilio propio de las películas de acción.

Eran alrededor de las 3 cuando algunos ruidos alertaron al matrimonio. De repente se encontraron con una pareja de individuos en su dormitorio, que sin mediar muchas palabras les ataron y amordazaron, amenazándoles con un cuchillo de grandes dimensiones.

El propietario de la casa sospecha que entraron por la puerta principal, en el número 8 de la calle Filipinas. No existen indicios de fuerza en la cerradura por lo que cabe la posibilidad de que los ladrones dispusieran de un juego de llaves o alguna herramienta que cumpliera esas funciones.

Sin tener cálculos reales del daño y el valor de lo sustraído, Florentino y Ana nos comentan que la cantidad económica debía rondar los 10.000 euros que guardaban en una caja fuerte en su habitación matrimonial, aparte de otros objetos de valor y un teléfono móvil del que se adueñaron los amigos de lo ajeno .

Sin luz ni teléfono

Lo primero que hicieron al entrar al domicilio fue inutilizar la línea telefónica y la corriente eléctrica, por lo que los indicios que puedan aportar ambos afectados sobre los atracadores se ven muy reducidos. Sí afirman que hablaban perfectamente el idioma español, y a tenor de lo visto tenían muy estudiados todos los rincones de la casa.

La pareja intentó forcejear con los cacos mientras estos les ataban. Fruto de ese forcejeo, Ana (mermada en sus facultades físicas habituales, por lo que vive postrada en una silla de ruedas desde hace años) sufrió contusiones y heridas en los brazos de las que en la tarde de ayer fue tratada en el hospital.

El caso está en manos de la Guardia Civil y de los peritos del seguro, que en la tarde de ayer aún seguían recogiendo datos en relación con el suceso que, según cuentan, es de una magnitud única en la zona en los últimos diez años.

Aún con el susto en el cuerpo, reconocían los malos momentos vividos, y cuentan que se valieron de una tijera olvidada por los ladrones para deshacerse de las ataduras y pedir auxilio entre los vecinos.