No es lo mismo. Un simple paseo un viernes por la mañana por el mercadillo de Navalmoral ya no es lo mismo que era, al menos desde el verano. A primera vista se pueden ver vacíos espacios destinados a tenderetes. Una segunda mirada deja patente que hay menor afluencia de público. Y una labor de observación más minuciosa acompañada de la recogida de testimonios no permite lugar para las dudas: la actividad ha bajado considerablemente en este mercado al aire libre.

"Se nota que hay menos público", "no ganamos", "ha habido una bajada de las ventas". Existe unanimidad entre los comerciantes -que pagan aproximadamente 50,70 euros cada tres meses por trabajar en Navalmoral- para hablar de la situación que viven cada viernes en el mercadillo. ¿Las causas? La crisis económica que no se olvida de dejar su huella en ningún sector y el frío invierno, que provoca que la gente salga menos a la calle, son las mencionadas.

El padre de José María Reja lleva viniendo a Navalmoral desde hace 30 años, cuando se inauguró el mercadillo, y no recuerda una situación similar en todo este tiempo. "Ahora estamos vendiendo la mitad", apunta.

Frente al puesto de los Reja, Angel Bautista vende naranjas. "Los compañeros no vienen porque no da ni para pagar el gasoil", dice en referencia a los huecos que hay a su alrededor. En este sentido, Josefa Huertas, que vende ropa, explica que para los compañeros que acuden desde lejos no es rentable porque tienen que asumir el gasto de comida y de combustible. "Cuando hace frío se vende menos. Yo vengo porque soy de aquí, pero el mercado en la calle está fatal", dice con la experiencia de varias décadas a sus espaldas, tanto en mercadillos como en ferias vendiendo palomitas. Sus ventas han bajado hasta la cuarta parte desde el verano: "No recuerdo ningún momento tan flojo".

Angel Alán, que vende golosinas y frutos secos, se resigna: "Llevamos un año y medio mal, pero qué vamos a hacer. Mis productos son de lujo".