Navalmoral ha recibido la simpática visita de un mimo que durante los tres últimos días ha puesto una nota de color y originalidad en la calle peatonal, frente a la iglesia de San Andrés. Sin embargo, su imperturbable rostro esconde tras de sí la huella que deja la emigración de su país natal, Rumanía, ante la escasez de empleo y de recursos económicos. Así las cosas, hace cuatro meses partió con lo puesto y una tienda de campaña, desconociendo la tierra y el idioma en el que se iba a desenvolver. Fue el inicio de un periplo que tampoco sabe cuándo concluirá.

Su nombre es Fodor Ioan y tiene tan sólo 21 años. En Rumanía dejó a sus padres y tres hermanos, a los que envía ayuda cada vez que puede. "Con poco dinero de aquí, allí se pueden hacer muchas cosas", afirma Ioan. Con un español aprendido sobre el terreno en poco más de un mes, Fodor comenta mientras saborea un refresco que su ilusión es ganar el dinero preciso que le permita construir una casa y volver a su país.

PUEBLO A PUEBLO

Para conseguir este objetivo recorrerá diversas ciudades del levante español --aprovechando la temporada turística--, "y pueblo a pueblo, poco a poco, espero llegar hasta Santander". Su intención es coger un barco que le lleve hasta Irlanda, ya que en Dublín viven dos cuñados con los que tendrá un empleo. La ilusión de partir hacia la perla del Atlántico estriba en que allí trabajará y ganará más dinero. Por lo demás, afirma estar muy bien en España: "Nadie se mete conmigo, ya que no busco problemas. Me trata bien hasta la policía, que a veces me da dinero al verme actuar", explica sonriente el joven rumano.

Y es que Fodor afirma que lo que a él le gustaría es trabajar cuanto antes para garantizarse un salario, "pero sin los papeles en regla nadie te quiere dar un empleo", afirma. En su país natal tenía un puesto en la construcción antes de partir hacia España. Ahora, para conseguir su objetivo, no le importaría trabajar en cualquier sector, "menos en cocina, porque no me gusta nada". El joven, generoso con quienes se acercan a él pese a su falta de recursos, tenía previsto partir hoy mismo hacia la vecina Oropesa, donde seguirá haciendo de la quietud el trabajo más duro.