TOtído lo dicho por el jefe de la oposición en relación con la investigación de los atentados del 11-M, se ve que este hombre ha renunciado a tener criterio propio y que, al hacer suyo el de los halcones ciegos de su partido (Acebes, Zaplana ), a ellos une definitivamente su suerte política. Mariano Rajoy ha sido tres veces ministro, una de ellas del Interior.

Fueron policías a las órdenes de Angel Acebes quienes descubrieron la pista islámica que condujo a la localización de los terroristas en el piso de Leganés. Acebes era el ministro que respondía políticamente de la seguridad de todos los españoles. A la vista está que prefiere olvidarlo. Ni siquiera ha pedido disculpas por no haber sabido detectar a tiempo el plan de los terroristas. El y sus compañeros han elegido el camino contrario: sembrar la sospecha en torno a lo ocurrido y también al respecto del sumario que instruye la Audiencia Nacional. Contando con el auxilio de algunos periodistas que de manera desaprensiva han convertido el periodismo en un gran negocio personal, los tres primeros dirigentes del Partido Popular han elegido la senda que Homero pronosticaba como la más segura para concluir en desastre. En este caso, pasando antes por el descrédito, porque, como digo, Angel Acebes era el ministro del Interior cuando ocurrieron los atentados, fue asaltado el piso de Leganés, fueron detenidos los primeros sospechosos de la matanza y el juez Del Olmo empezó a instruir el sumario.

En psiquiatría se estudia el síndrome que provoca la pérdida circunstancial de memoria como mecanismo de autodefensa frente al dolor insoportable que provoca la responsabilidad contraída respecto de algún hecho que causa gran sufrimiento. En el caso de Acebes quiero creer que se trata de eso, de una defensa psicológica frente al gran dolor que apareja el recuerdo de la matanza de Atocha. Lo de Rajoy creo que obedece a otra cosa: a la falta de carácter que le impide dar un puñetazo encima de la mesa y marcar personalmente el rumbo del Partido Popular.

*Periodista