TPtara mí ha sido un día con mucho, peor que el 11-S por varias circunstancias. De todo ese día desgraciado, recojo varios hechos que sonrojan. El primero de todo ya ante el palacio municipal, el ataque verbal sufrido por el presidente de la diputación, en boca de algún indocumentado, que se le debió de invitar a abandonar la concentración inmediatamente. Me consta que Celdrán cual guerrero del antifaz salió en su defensa, pero no basta. Hay que tomarse en serio de una vez que con la democracia no se juega, incluso con alguno que sacaba pecho diciendo que era gitano, pero español. No basta. Entre los mismos concentrados hubo algún elemento también que si fuera a todas las concentraciones, sería de agradecer pero ir para agredir de palabra, tampoco vale.

Hay también una mala costumbre, que es la de mandar a los escolares a casa. O sea que en lugar de mandarlos hacer una redacción que contraponga democracia a terrorismo, se los manda a casa, con lo que a lo que se dedican es a beber alcohol, una minoría mayoría; a poner las motos haciendo la cabra y los universitarios con coche, que los hay en gran número, a recorrer la ciudad, gritando y bebiendo, o simplemente insultando al pasar junto a otro coche y con los dedos índices diciendo un terrorista, un terrorista .

Pero lo que colmó el vaso, fue cuando fui abordado por un policía, porque entre dos pasos de peatones pasé al segundo sin venir nadie. Un error, que terminó con una retención de 15 minutos para ver si le llegaba la noticia de haber dado con un terrorista peligroso. Menos mal que Sardá hizo un programa excepcional esa noche. Por favor no queramos terroristas, pero tampoco analfabetos ilustrados.

*Escritor