Llevamos unos días circulando con nuestros vehículos a una velocidad máxima de 110 kilómetros por hora y no hay noticia de que Fernando Alonso o algún otro ciudadano se hayan dormido al volante por aburrimiento. Tampoco tengo noticia de que haya ocurrido alguna de las catástrofes anunciadas por algunos ciudadanos y políticos demagogos.

Sin embargo, sí he constatado que bajar la velocidad de 120 a 110 hace que me sienta más seguro al volante; además, según el indicador de consumo, significa un ahorro de combustible de casi un litro por cada 100 kilómetros. De modo que ese ahorro, teniendo en cuenta el número de kilómetros que recorren los vehículos de todos los españoles, no es para tomárselo a coña; ni tampoco es moco de pavo lo que representa en la reducción de emisiones contaminantes a la atmósfera.

¿Se acuerdan de los desastres que iba a provocar la prohibición de fumar en lugares públicos cerrados? Hoy, la mayoría de los ciudadanos educados, cívicos y sensatos lo han asumido con normalidad y todos hemos ganado en salud, convivencia y respeto. Las normas y prohibiciones que nos damos para organizarnos y poder convivir en sociedad no coartan nuestra libertad, sino que nos libran y protegen de las conductas irresponsables.

Pedro Serrano Martínez **

Correo electrónico