Fue en 1996, Aznar ganaba las elecciones con 156 escaños, seguido de PSOE con 141, apenas 15 escaños, porcentualmente el PP consiguió un 9,6 % más de diputados. El resto, repartido entre CIU, 16, PNV, 5, CC, 4, IU 21 y otros 5, de ellos Esquerra sacó 1. España estuvo 62 días sin presidente hasta que Aznar firmó el "acuerdo del Majestic" con CIU, entonces liderado por Jordi Puyol , por el que éste apoyaría la investidura del primero a cambio de darle más competencias a Cataluña y del apoyo en la autonomía del PPC a CiU. Al final el PP tuvo de socios de gobierno a CIU, PNV y Coalición Canaria (CC), con un total de 181 escaños frente al resto, 167, un 7,8% de diferencia, pues entonces fueron sobre 348 escaños y no 350 ya que quedaron sin toma de posesión los dos escaños de HB que habían conseguido, mayoría absoluta.

Hoy por hoy, el PP tiene 123 diputados y el PSOE 90, 33 de diferencia, porcentualmente un 26,8 % más, el PP ha perdido un 21% de apoyo, 33, y el PSOE un 36%, 51. La gran diferencia con 1996 no solo es ésta, es el resto, Podemos y sus confluencias suman 69, Ciudadanos 40, Esquerra 9, Democracia y Libertad 8, el PNV 6, IU 2, Bildu 2, y Coalición Canaria 1. Es decir, prácticamente los partidos nacionalistas en total repiten resultados excepto Coalición Canaria, e IU bajo mínimos.

Se preguntarán a qué viene tanto número y proporción. Después de hablar sobre pactos de los Toros de Guisando, leyenda más que realidad, ósculos, copiados de apuntes universitarios de dirigentes comunistas, el de Erich Honecker , de Alemania Oriental, y Leónidas Breznev de la URSS en 1979, o de los "jóvenes y jóvenas" , nadie ha dicho la verdad, que por primera vez España no tiene por qué estar dividida por un escaso 7,8%, que una gran coalición sí sería histórica, permitiendo dependiendo de qué pacto, que cerca de un 72% de los votantes gobierne España. El problema es cuando se pretende hacerlo desde un 37% con el único fin de comenzar una más que probable, visto el debate, precampaña electoral próxima.

No nos engañemos, ni nos dejemos engañar. Solo hay una solución real y que de verdad sea fiel reflejo de lo que los ciudadanos han votado y ésta no pasa por juntar solo a un tercio, ni por boicotear, ni por intereses personales o institucionales, la situación se merece más altura política, y va por todos.