WSwin duda, la Política Agraria Común (PAC) ha sido, con diferencia, uno de los ejes esenciales de la Unión Europea. En sus 20 años de vigencia en España, el campo extremeño ha recibido por este concepto 7.000 millones en ayudas, una importante inyección económica que ha posibilitado la modernización de la agricultura y el mantenimiento de las explotaciones familiares. Pero frente a estos argumentos, la PAC también presenta asignaturas pendientes y una situación confusa de cara a los próximos años.

Frente a la importancia del sector en el mantenimiento del mundo rural, algunos expertos consideran negativo que los agricultores crean que sin ayudas europeas no hay un modelo agrario viable. Sin embargo, en el nuevo mapa comunitario, difícilmente puede entenderse otra vía si se apuesta por un modelo agrario concebido desde un sistema productivo que pretende frenar la despoblación de las zonas rurales y tener su base en una agricultura sostenible que además compita en calidad y con garantías sanitarias. Ahora, el problema es más como mantener esta filosofía mirando a la caja de fondos de la UE, sobre todo cuando el agricultor, hoy, se levanta cada mañana tan pendiente de las nubes como de las últimas exigencias de Bruselas.