Ver inaugurar líneas de alta velocidad en otras partes de España como Salamanca y Zamora hace quince días y seguir como estamos en Extremadura cabrea al más paciente. Se acabó: Este año tenemos tren rápido a Madrid --o como diablos se llame-- sea como sea.

Vale que el AVE se nos prometió en la cumbre de Figueira da Foz de 2003 que estaría listo y rodando en 2010 y no se cumplió; vale que se retrasó a 2012 y aún seguimos esperando; vale que Portugal --intervenida por Bruselas-- se bajó del proyecto y, en consecuencia, la alta velocidad va a ser de momento sólo hasta Badajoz y no hasta la capital portuguesa; vale que mientras se electrifica la línea van a poner un Tren de Altas Prestaciones (TAP) con locomotoras diésel entre Plasencia y Badajoz con lo que se rebajan ostensiblemente los tiempos de trayecto hasta Madrid; y vale que iba a estar terminada la obra de la plataforma en 2015 pero se ha tenido que retrasar a 2016 por distintos motivos, entre otros, porque algunos tramos ha habido que adjudicarlos de nuevo dado que las empresas habían licitado tan a la baja que ahora resulta que no pueden abordarlos. Pero ya está, se terminaron las excusas porque a Extremadura se le acabó la paciencia.

Esta tierra nuestra es obediente, condescendiente y comprensiva con el resto del territorio nacional. Entendemos y respetamos las reivindicaciones nacionalistas o históricas de todo el mundo, pero llega un momento en que un gobierno, con sus conciudadanos detrás, debe decir hasta aquí hemos llegado porque por las buenas parece ser que nos toman por tontos. Además, gobiernos de distinto signo y color.

EN SEPTIEMBRE del año pasado se aprobó en el Parlamento regional un 'Pacto por el ferrocarril' en Extremadura y en ese momento el propio presidente de la Junta dijo que el mismo era necesario "para que nadie nos volviera a engañar". Una declaración que daba por sentado que, hasta este momento, nos habían hecho cada dos por tres el timo de la estampita. "Porque mientras nosotros discutimos, las vías se ponen en otras tierras", llegó a señalar Fernández Vara abogando porque las distintas formaciones políticas, la Junta y los agentes sociales acudieran "todos juntos" al Ministerio de Fomento para "exigir con firme irrenunciable" el tren, "cuanto antes mejor".

No sé si con el clima político nacional existente procede este posicionamiento desde ya, máxime cuando el PSOE anda ahora enfrascado en su pugna interna de liderazgo entre Pedro Sánchez y Susana Díaz ; pero en cuanto haya gobierno, que a lo mejor hay que esperar varios meses porque ya nadie descarta unas nuevas elecciones generales, el tren en Extremadura debe ocupar un lugar preferente en la acción del nuevo Ejecutivo. Sea Rajoy, sea Díaz, sea quien sea.

El acuerdo alcanzado en Extremadura contiene sacar el ferrocarril de la lucha partidista y convertirlo en una cuestión regional, a la vez que se crea una comisión formada por el gobierno autonómico, los grupos parlamentarios y los agentes sociales y económicos para ser interlocutora ante Adif, Renfe y el Ministerio de Fomento. También se recoge negociar un nuevo convenio con Renfe, impulsar las inversiones en la plataforma del AVE para que en efecto sea verdad el plazo de 2016, un plan de electrificación de las redes ferroviarias, mejora de la vía Badajoz-Ciudad Real, en concreto en el tramo Castuera-Almorchón, y tramos de las vías Zafra-Llerena, Arroyo-Malpartida-Cáceres y Aljucén-Aldea del Cano, además de la construcción del intercambiador de Brazatortas.

Todo esto no debe quedar en el olvido. Ahora que llega el nuevo año y con la paciencia ya agotada, debe llevarse a la primera línea de acción desde Extremadura. El tren es progreso, supone un revulsivo en todos los sentidos y no se puede dejar pasar un año más, máxime cuando todo el mundo dispone de él menos nosotros. Este es el año de tren en Extremadura y 2016 deberá pasar a la historia por eso. Depende de todos.