El presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, firmó ayer el decreto de convocatoria de elecciones a la Asamblea de Extremadura en virtud de la potestad que le confiere el artículo 17.2 del Estatuto de Autonomía. Con la publicación hoy en el DOE, se disuelve la Cámara autonómica y empieza una carrera hasta las urnas del próximo 26 de mayo en que se elegirán los 29 diputados representantes por Cáceres y los 36 por Badajoz hasta completar un hemiciclo de 65 escaños. Sus señorías serán los encargados de elegir después al nuevo presidente de la Comunidad en una Asamblea multicolor en la que se esperan, al menos, los 4 partidos que conforman el arco parlamentario actual.

Acaba la IX legislatura autonómica, la cual se ha caracterizado por dirigirla un gobierno en minoría. El mismo, a diferencia del anterior, ha tenido que negociar y pactar con formaciones de distinto signo político e ideología. El presidente extremeño se refirió ayer a esta característica apuntando que su gobierno ha tenido que transitar por el «camino del diálogo», algo que a su juicio se ha conseguido como demuestra la aprobación de los 4 presupuestos en la legislatura (dos de ellos pactados con el PP y otros dos con Podemos) y el desarrollo y también aprobación de 38 leyes avaladas con uno y otro partido, una cualidad cuyo mérito corresponde no sólo al gobierno socialista sino al PP y Podemos (y Cs aunque con un solo diputado), quienes han puesto por delante de otras cuestiones la voluntad de construir esta región.

La precampaña y posterior campaña será dura aunque Guillermo Fernández Vara avisara ayer de que él no va a entrar en esos cauces: «No esperen de mí una campaña de broncas ni de crispación, no lo voy a hacer, la palabra la tienen los ciudadanos y las ciudadanas de esta tierra». De todas maneras, restan casi 2 meses para las urnas y antes deberemos pasar por unas elecciones generales el 28 de abril, lo cual no va a constribuir a calmar ánimos y sentar bases de la cortesía y la corrección dialéctica.

Apelar a la mesura, el intercambio de ideas y el respeto al contrario es obligado. Los tiempos que corren, con posiciones tan antagónicas, propician enfrentamientos si cabe más feroces. Sin embargo, sería bueno pensar que la ciudadanía, con independencia del programa y la ideología, valora mucho el diálogo y la capacidad de entenderse de sus dirigentes.