Durante los últimos 20 años han sido contadas las ocasiones en las que los extremeños hemos ejercido nuestro legítimo derecho a reivindicar colectivamente mejoras en nuestra forma de vida.

He de reconocer que el depósito de confianza de la ciudadanía en sus instituciones, en sus líderes políticos y sociales no ha dado malos resultados a la luz de las mejoras experimentadas en la calidad de nuestra vida cotidiana. Sin embargo hay cosas que están cambiando y que requieren alguna reflexión y sobre todo actuación de carácter colectivo.

El concepto solidaridad que bien aplicado, ha tenido efectos muy positivos sobre España y los españoles, empieza a ser envilecido y contaminado con eufemismos que pretenden debilitar el papel del Estado y el derecho constitucional de igualdad de todos los españoles con independencia de su lugar de residencia.

Extremadura y sus ciudadanos se han sentido cómodos en ese ejercicio de la solidaridad, ejerciéndola y recibiéndola. El respaldo de Extremadura a España y de España a Extremadura ha sido mutuo y beneficioso para todos. España ha avanzado con Extremadura y Extremadura ha mejorado con España.

XHOY SIN EMBARGOx cuando leemos cómo algunos pretenden poner condicionantes a la Constitución y al Estado español en su labor de garantizar el cumplimiento de sus principios, debemos plantearnos la necesidad de decir con claridad y contundencia qué pensamos, qué queremos y qué exigimos de esa relación de la ciudadanía extremeña con nuestros conciudadanos del resto del Estado.

Para la Constitución española no hay ciudadanos de primera, portadores de una serie de derechos y ciudadanos de segunda, privados de los mismos. No se trata como ahora pretenden algunos que el Estado garantice exclusivamente la igualdad de los españoles en sanidad, educación y servicios sociales y mucho menos que esa garantía del Estado proceda de una concesión graciable de la solidaridad de las zonas más ricas del país. Si me disculpan la expresión, que se metan esa solidaridad por donde les quepa.

Desde Extremadura no pedimos, exigimos el cumplimiento de la Constitución española que dice una cosa bien diferente. La igualdad real, y el sistema de financiación autonómica es su más potente herramienta, pasa por garantizar el mismo nivel de acceso a infraestructuras productivas y sociales, al empleo, a la protección social, a los servicios públicos, etcétera. A eso se le llama nivelación de servicios y no la garantía de unos llamados servicios esenciales, además definidos desde quien supuestamente los paga, que tocan tan solo esas tres áreas.

Rechazo que la solidaridad sea practicada desde unos territorios para otros. Somos los ciudadanos quienes contribuimos con nuestros impuestos a que el Estado practique la solidaridad de unos ciudadanos con otros que la necesitan para tener las mismas oportunidades. Aceptar la solidaridad territorial nos llevaría a aceptar que desde Extremadura miles de ciudadanos con mayor poder adquisitivo, contribuyentes netos con las arcas del Estado, practican la solidaridad con millones de ciudadanos de esos otros territorios ricos con menor poder adquisitivo que aquellos. Sirva como ejemplo un estudio comparativo presentado por el Consejo General de Colegios de Economistas de España donde se expone que la aportación que una familia media española residente en Extremadura realiza para que el Estado ejerza la solidaridad, es superior en casi 1.000 euros a la aportación de la misma familia residente en Valencia, 800 euros en el caso de una familia residente en Madrid, o 400 euros en Cataluña.

Estas reflexiones y aspiraciones, mayoritariamente compartidas por la ciudadanía de Extremadura, no pueden sin embargo continuar siendo confiadas en exclusividad a las élites políticas y sociales de la región. Como escribía al principio de este artículo, creo que ha llegado el momento de que la posición de los extremeños se visualice colectivamente haciendo llegar a nuestros conciudadanos españoles nuestra reivindicación de un Estado fuerte y garante del cumplimiento del principio de igualdad entre los españoles, un Estado que distribuya la solidaridad que procede del esfuerzo individual de todos y cada uno de los que integramos este ilusionante proyecto colectivo que se llama España.

*Secretario General de UGT Extremadura.