Sí, ya sé que suele ser a la tercera cuando va la vencida, pero cuando se trata de nuestro país y en cuanto a elecciones se refiere, vamos ya directos a por la cuarta, porque ni a la primera(20-XII-2015), ni a la segunda(26-VI-2016), ni incluso a la tercera (28-IV-2019), nos ha valido.

Y son los partidos que se llevan los votos de los ciudadanos los que debieran atender y escuchar el sentido de las decisiones reflejadas en ellos. Pero parece ser que no es así. No importa el color ni el nombre, ni las siglas del partido que sea. Todos van a buscar su interés única y exclusivamente. Cuanto más poder acaparen mejor porque el sentido del voto de los ciudadanos se lo pasan ellos por donde vosotros y yo bien sabemos, aunque, por respeto, no lo digamos.

No obstante, no debemos rasgarnos las vestiduras porque todavía no tengamos Gobierno ya que otros que incluso ocupan un lugar relevante en la Unión Europea, han estado mucho más tiempo sin él, y tampoco ha pasado nada a lo que no haya podido ponerse remedio. El problema de España es que, aunque vamos siendo mayorcitos, parece ser que estamos todavía bastante verdes en esto de votaciones, elecciones y pactos postelectorales. Los diferentes partidos que concurren a las Elecciones en España, sabedores de que no existe una segunda vuelta (tan útil en los sistemas electorales de otros países que tenemos cerca), aunque con pocos votos, saben que tienen la opción de poder meter baza y verse muy beneficiados cogiendo una parte del pastel que ni en sus mejores sueños hubieran soñado.

De esto saben mucho los diputados vascos y catalanes, que a lo largo de nuestra democracia y con tan sólo un puñado de votos han escalado y alcanzado altas cotas de aprovechamiento para sus comunidades autónomas. Y todo por saber concurrir a las urnas bajo las siglas de partidos que no eran los tradicionalmente mayoritarios. Es muy sencillo. La mayoría de los vascos y los catalanes no votan a los grandes partidos como PSOE y PP, sino que votan a sus partidos regionalistas para tener su representación en el Congreso de los Diputados. «No es tan difícil, pues, oye, escolta», como ellos dirían.

Mientras tanto, nos siguen dejando boquiabiertos a otras comunidades autónomas, que seguimos siendo fieles y obedientes a los de siempre, sin percatarnos que nuestros votos no servían para contribuir al crecimiento de nuestras autonomías por mucho que nuestras voces se alzaran y por muchas banderas con que nuestros cielos se llenaran.

Por eso, desoyendo a los que abogan por la abstención, a la hora de estas próximas elecciones hay que meter espabilo en el cuerpo, e ir a votar de nuevo, y esta vez, si cabe, con más puntería que la anterior. No solamente no es bueno quedarse en casa y no ir a votar. Es casi obligatorio, diría yo, para espabilar a nuestros políticos, estar dispuestos a introducir nuestro voto en la urna porque, si bien después de votar son los políticos los responsables de sus hechos, antes de votar somos los ciudadanos los responsables de los nuestros.

Así que no deseo más que ánimo a todos para el próximo 10 de noviembre. Tenemos tiempo para pensar bien y reflexionar con acierto a quién vamos a votar. Ya nos conocemos de sobra los programas y las estrategias de todos los partidos que se presentan. Hemos tenido tiempo suficiente. Así que ahora destinemos, más que una jornada de reflexión, todo un mes entero, para así, acertar de pleno en lo que le viene mejor a todos y a nuestro país, para que, por fin, a la cuarta, vaya de verdad, la vencida.

*Profesor.