Tocan a rebato en Plasencia: ¡a las murallas!; pero no a luchar contra ningún peligro exterior como antaño, tocan a defenderlas de la ruina, la demolición, de la agresión.

En cada investigación primero es la hipótesis y después la tesis. Es decir, lo que pudiera ser y después lo que es. Teoría y praxis. Pero partiendo de lo primero, para llegar a lo segundo, son necesarios elementos de juicio sólidos, materiales o documentales, que avalen lo que decimos. El preámbulo es para abundar en la operación: derribo del cubo , deplorable hecho ocurrido en la muralla placentina. De lo cual, de momento, como consecuencia, hay que deducir con seriedad que se ha hurtado a las generaciones actuales y venideras, la opción de estudiar si su ciudad tenía antecedentes prealfonsinos; es decir: poblamiento anterior a la llegada del de las Navas o no. Una barbaridad en suma cometida contra el patrimonio de todos que nadie, por los acontecimientos electorales próximos, da la requerida importancia y correspondiente explicación.

Parece que se indicó en su momento la existencia del arruinado baluarte . También le ubica algún plano del siglo XVIII. Hay quien piensa que por la época pudiera corresponder a una pretérita cerca almohade . Lo que parece lógico pensar es que el VIII de Castilla no llegó aquí de fortuna, ni que, solo por la bondad del soto decidió, sin otros argumentos estratégicos, construir una ciudad tan importante que significaba su propia avanzada, sus extremos al Duero; la seguridad fronteriza castellana frente al musulmán y el límite con el reino leonés, que reconquistaba a la derecha de la Vía de la Plata, mientras la izquierda era ocupada por Castilla, y que estaba ya en la destacada vanguardia de Coria. La atalaya cuadrangular pudiera corresponder por tanto según los arqueólogos a un asentamiento almohade; y, con este referente, ya desalojados sus ocupantes por los castellanos, sería cuando el Rey edificaría Plasencia con su corredera del siglo XII. En catas hechas para la construcción del Parador se pudo comprobar que en la parte meridional de la fachada existía un muro base de casi dos metros de ancho, sobre el que se erigiría el primitivo cordón defensivo cristiano sirviendo como su cimiento tal vez.

Las conjeturas de los eruditos, que los ciudadanos ansiaríamos conocer sobre este aspecto de nuestra historia, estarán ahora en manos de los que aporten pruebas científicas, si pueden, para certificar la hipótesis. No podemos recatar ni cerrarnos de entrada a la especulación, legítima por otro lado de cualquier estudioso, pero la historiografía ha sufrido un parón importante consumada la desafortunada demolición de los restos del torreón cuadrilátero .

XPOR OTROx lado, no se debe culpar sin pruebas a nadie, aunque puedan existir sospechas fundadas; que, al cabo, en ningún caso eximirían a otros grados representativos. Como tampoco usarse aun por grave como armamento político la ruina de la mampostería contra el otro buscando réditos. Se ha dañado a lo común con independencia de credos. A los ciudadanos en general se les debe una satisfacción. Las preguntas no pueden quedar sin contestación cuando durante años los placentinos han asistido al expolio de bienes patrimoniales. Hoy creíamos vivir nuevas etapas en la conservación de la herencia histórica. La misma Unesco --su organismo para la conservación: ICOMOS--, en la visita de sus técnicos a la población en 2004 para gestionar un preinforme que llevase a Plasencia a ser candidata a Bien Patrimonio de la Humanidad, al concluir apuntaron ya la gravedad de nuevas amputaciones patrimoniales, entre otras muchas cuestiones más . Las responsabilidades habrá que establecerlas a partir de técnicos o políticos, en cualquier caso sectores ambos responsables.

Desde tribunas como el Ateneo, que por filosofía y representación ciudadana se siente parte responsable del patrimonio cultural, en defensa de nuestro acervo se han convocado debates sobre la historia local. Los ponentes son escépticos con las mínimas explicaciones oídas por la eliminación de los restos. Se habla de una acusación popular si no se aclaran suficientemente las circunstancias. Mientras tanto roguemos a los zapadores extremen precauciones en adelante, el patrimonio destruido es insustituible e irrecuperable. A las autoridades corresponde pues iniciar esos expedientes clarificadores y buscar las incompetencias, para que no vuelvan a ocurrir tan lamentables sucesos; y todos a trabajar para mantener lo que queda, que no nos pertenece, sino que habremos de legarlo por imperativo histórico a quien nos suceda: como hicieron con nosotros .

*Presidente del Ateneo

Ciudad de Plasencia