La creación de la Unidad Europea de Moneda (ECU) y su posterior perfeccionamiento en la moneda común (veremos que no es tan común) denominada euro fue sin duda uno de los hitos que venía a demostrar la voluntad de las principales naciones europeas de constituirse en una Unión que fuera mucho más allá de la mera comunidad económica. La moneda siempre ha representado un símbolo del poder político de una sociedad, e históricamente se ha asociado con la propia existencia de un Estado. De ahí la importancia de la adopción de esa moneda por una buena parte de la UE.

Contaré una anécdota personal que puede ilustrar el asunto: todavía en los años finales de los ochenta regresaba a España, en un viaje que me había llevado por ocho países europeos, con los consiguientes problemas de cambio de moneda en cada uno de ellos, cuando un domingo por la tarde atravesé el Rhin para entrar en la Alsacia (hoy francesa, pero que ha cambiado de bandera siete u ocho veces en los dos siglos pasados) y paré en un hotel en un pequeño pueblo francés (con nombre alemán, como muchos de esa zona) cerca de Estrasburgo.

XCUANDO LEx dije al hotelero que no tenía francos franceses pues venía de Alemania (y en domingo no había bancos) el buen hombre, muy serio dijo "Ici, la France, ici no Deutschland" y se negó en redondo a aceptar marcos. Traté de convencerle de que yo sabía que estaba en Francia, pero que las circunstancias... No sirvió de nada y la irritación, ya mutua, fue subiendo de tono. "No francs, no chambre" concluyó. Entonces recordé que también tenía francos suizos (muy fuerte moneda entonces --y ahora--) y le dije que si los aceptaba. Me dijo que sí. Le dije entonces que se metiera la habitación en lugar seguro: "No swiss francs, Monsieur", (mi francés no da para mucho más...) y seguí mi camino. Unos cuantos kilómetros más adelante, fuera ya de la Alsacia, encontré hotel sin problema alguno, pagando en marcos.

Hasta ese punto se vivía todavía en esa zona el drama terrible de la II Guerra Mundial y cómo el euro (la UE) habría venido a mitigar y casi anular un enfrentamiento de siglos en esa frontera. Bienvenido, pues, fue el euro y lo que implicaba. Desgraciadamente, ese optimismo racional que dio lugar a su nacimiento, está desapareciendo con la crisis . Me explicaré.

El Banco Central Europeo (ese que, con las siglas en todos los idiomas, aparece en los billetes) y la propia Unión Europea con todo su entramado, se han convertido en un depósito financiero regulador , que se llena con el IVA que pagamos todos los ciudadanos y se vacía con las ayudas y rescates a los bancos comerciales de aquí y de allá, provocando un flujo especulativo y beneficios para esos mismos bancos (y sus amigos situados en los aparatos político-burocráticos de sus zonas respectivas) provocando dificultades y estrecheces para el conjunto de la población.

Si además algunos socios europeos se lucran con las pérdidas que tenga el euro, ofreciendo su libra como alternativa (El Reino Unido debería recibir un ultimátum formal de la UE: o entra en el euro o sale del Ecofin, pues no se puede jugar con dos barajas), y los Estados Unidos disfrutan viendo un euro artificialmente sobre-valorado por ese viciado sistema bancario y financiero europeo (que sería el único que perdería valor si el euro se devaluara, mientras que el sistema económico real de Europa se beneficiaría al hacerse más competitivos sus productos...) se configura una situación que dificulta la salida de la crisis por parte de toda la UE y de sus países más débiles, en particular. La situación del euro es justamente la contraria de la del yuan chino, que está infravalorado por su gobierno para facilitar sus exportaciones.

La conclusión es que el euro sirve principalmente a los financieros europeos para mantener su propia y particular burbuja, pero no está nada claro que sirva a la población, ya que falta la visión política en la UE acerca de estos problemas y sobre cómo afrontar esta espiral de avaricia que amenaza con romper la propia Unión. Ojalá que todo esto fueran imaginaciones mías, pero mientras que la crisis sea el argumento único para las políticas, y los únicos beneficios que aumenten sean los de las entidades financieras, mientras los gobiernos ven hundirse a la economía real en medio de una impotencia escandalosa, difícil va a ser que me convenzan de lo contrario los que quieran contradecirme, como espero que ocurra.

Aún queda la esperanza de que la política no haya muerto del todo, y que los líderes europeos resuciten de ese letargo en el que se encuentran y coloquen a tanto prócer financiero en el alto lugar que se merecen. No quiero ser más explícito sobre cual deba ser ese lugar, para no incurrir en alguna falta de respeto, que bien se ha ganado, por otra parte, esa gente que está haciendo sufrir a millones para acrecentar los suyos.